
Los aficionados de la ciudad de las puertas abiertas disfrutaron de tres tipos de toreo a caballo… en sus mentes y emociones, quedaron marcadas las faenas del navarro Pablo Hermoso de Mendoza
Carolina Baquero
Los aficionados de la ciudad de las puertas abiertas disfrutaron de tres tipos de toreo a caballo… en sus mentes y emociones, quedaron marcadas las faenas del navarro Pablo Hermoso de Mendoza.
Se lidió un encierro de Dosgutierrez bien presentado y con juego desigual, en general al encierro le faltó codicia y motor. Sobresalió el lidiado en tercer lugar, fue bravo y encastado, se premió con la vuelta al ruedo.
Don Antonio Ribeiro Telles marcó el toreo puro portugués, toreó de frente y con clase; lo único que faltó fue conexión con los tendidos, la desconfianza que le generaba acercarse a los toros por estar montando una cuadra que no era propia. El tercio de la suerte suprema no fue limpio, la mala colocación de los rejones empañó la tarde.
Pablo Hermoso de Mendoza es definitivamente el mejor exponente del rejoneo, conecta con todo tipo de público; parece que su integridad física tuviese un imán con los tendidos. La faena más importante de la tarde, se dio en el quinto del festejo; el toro no valía para una buena lidia, porque se paró rápidamente pero eso no fue impedimento para que Mendoza facturara todas las suertes con gran maestría. Oreja y dos orejas.
El colombiano Willy Rodríguez mostró una amplia evolución en su técnica, la continuidad y voluntad de Rodríguez lo hizo merecedor de un trofeo tras un buen rejón de muerte. Con el sexto de la tarde le faltó arrimarse al toro, exponer un poco más sus jacas toreras y matar de mejor forma, pasó por momentos de angustia cuando tras dos rejones de muerte le tocó hacer uso de su sobresaliente para pasaportar al astado. Oreja y Silencio.
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