miércoles, 4 de enero de 2012

PRIMERA DE MANIZALES Señores y la espada qué?…


Carolina Baquero

Sonaron clarines y timbales para dar inicio a la Feria de Manizales número 57, el ánimo en la ciudad no podía ser mejor, por fin la capital caldense volvía a tener un buen respiro después de tantas dificultades pasadas durante el año pasado.

La novillada lidiada correspondía a la ganadería de Cerro Bermejo, la cual estaba muy bien presentada, una de las mejores novilladas en presentación que he podido ver en mi vida; pero el fenotipo no lo es todo, los novillos no dieron el juego que se esperaba. Sobresalieron el 5° y 6° (vuelta al ruedo).

Camilo Pinilla oriundo de estas tierras caldenses, no tuvo suerte en su actuación, en el primero de sus ejemplares perdía fácilmente los papeles; no logró identificar el tipo de lidia adecuada para ese jabonero que aunque atento, no era claro. La faena se tornó aburrida y se silenció su labor.

Con el cuarto de la tarde Pinilla, salió más decidido y también se encontró con un novillo de pocas posibilidades, el ejemplar se colaba de fea manera y no tenía clase para embestir; al poco tiempo de haber tomado la muleta y cuando el público de Manizales empezaba a emocionarse con Camilo, el novillo prendió al novillero y le dio una voltereta muy fuerte; de la cual Camilo Pinilla tuvo como consecuencia la pérdida del conocimiento, debido a que cayó sobre su cabeza y cuello. Fue llevado a la enfermería en donde se recuperó y se confirmó que no había consecuencias graves del golpe, pero los médicos coincidieron en que no podía volver a salir al ruedo.

Por lo tanto, su compañero Juan Duque, pasaportó con dificultades al cuarto de la tarde.

El novillero colombiano Juan Duque tampoco tuvo suerte con su primer astado de la novillada, un jabonero claro que sabía leer y escribir; se necesitaba una mano fuerte y templada, las cosas se empeoraron en el tercio de la suerte suprema y todo fue silencio a su labor.

Con el quinto del festejo la historia cambió un poco para Duque, la faena fue de mucha entrega y emoción, hubo tandas de buena colocación, distancia y tiempo; la afición quería darle las orejas pero la espada de Juan Duque las perdió.

Cerraba el cartel Juan Viriato de la ciudad de Bogotá, quien está apoderado por Gonzalo Rincón. El casi triunfo de Viriato se dio en el sexto y último de la tarde, un novillo negro que en su salida no fue tan bueno como en la muleta; incluso la gente pidió el indulto; la faena de Viriato fue larga, pausada y técnica pero al entrar a matar la historia cambió… las orejas ya aseguradas se salieron del bolsillo del bogotano.

Con el tercero de la tarde el Juan Viriato puso empeño pero ni toro ni torero se entendieron y todo quedó en el olvido.

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