ROSARIO PÉREZ / MADRID
No habrá paz para la piel que habita la Fiesta, aunque los cuatro «evangelistas» que escribirán las líneas maestras en la «Biblia del Toreo» trabajan ya a destajo para que las aguas se calmen. Horas después de conocerse las candidaturas a los Goya, nos reunimos con el cuarteto de ganadores del concurso por Las Ventas. José Antonio Martínez Uranga, el don de la empresa, camina despacioso hacia el ruedo de la Monumental, seguido por su hijo Manuel Martínez Erice, Simón Casas y Antonio Matilla. Es la primera vez que posan juntos tras la victoria. Sorprende la foto de familia: enemigos íntimos (Uranga-Casas) que han maridado, algo así como si se hubiesen fusionado Can Fabes y elBulli, y que ahora bromean cuando relucen los flashes.
—¿Cómo surgió el flechazo de la reconciliación tras las desavenencias?
—Hombre, amor a primera vista no fue —dice Uranga con sutil ironía—. Simón y mi hijo Manuel coincidieron mucho como apoderados, y se ve que en los callejones se intima más.
Su pupilo y Antonio Matilla, los hombres tranquilos que prefieren ocupar un segundo plano pero piezas claves en este cuarteto, lo ratifican. «Cuando el pliego salió —añade Martínez Erice—, se precipitó el encuentro entre las partes».
—(Nos dirigimos a Casas). ¿Dónde quedó su proyecto en solitario?
—Siempre tuve la convicción de que para para gobernar la capital del toreo, en una situación de crisis económica y de valores, era necesario unir todos los potenciales. ¿Acaso no es más extraño ver a Merkel y Sarkozy que a José Antonio y Simón?
—(Irrumpe el primero). Perdona, pero yo Merkel no quiero ser.
—Tiempo atrás usted calificaba a «Choperita» de antiguo régimen.
—Yo nunca menosprecié a don José Antonio, ni siquiera cuando tuve conflictos jurídicos, porque se da el caso de que no eran contra él.
—¡Hombre! Yo no había ido a un juzgado ni para sacarme el carné de identidad y tú me has sentado cinco veces en un estrado —le refresca la memoria el capitán Uranga—.
—Y si llegase el divorcio, ¿hay separación de bienes o económicamente van por igual?
—No, el reparto es diferente.
—¿Y la distribución de funciones?
—Ahí no hay nada establecido. ¡Todos para todo!, exclaman al unísono como si fuese el grito de guerra de D'Artagnan y los tres mosqueteros.
Martínez Uranga concreta más: «Simón domina la parte cultural. ¡Seríamos tontos de desperdiciarlo!»
—(A Casas). Como «ministro de cultura taurina», ¿qué política llevará?
—Aquí no habrá reparto de carteras. Obraremos conjuntamente por el bien de la Fiesta. Recientemente he tenido una cena informal con el nuevo ministro de Cultura y mi conclusión es que la Tauromaquia puede sobrevivir en el futuro con el argumento único de que es arte universal. Contra eso no pueden luchar los antitaurinos; sin olvidar la ecología. Se constituirá un colectivo con intelectuales y celebraremos en junio la Feria de la Cultura (por el Aniversario).
Casas enciende su verbo pasional, mientras el «patrón» prende la mecha de la sensatez. Se avecina una campaña enrarecida por la polémica de los derechos de imagen. Sobre ello hablamos en el despacho de José Antonio Martínez Uranga, que ocupa el trono mientras sus consejeros se sientan alrededor. Toma la palabra el presidente: «Es el mayor problema al que nos enfrentamos. Toño (Matilla) apodera a Manzanares y El Fandi, y mi hijo a Talavante. Y no sabemos qué quieren. Tienen un pacto absurdo de no contarnos nada».
El tiempo avanza y a la primera feria televisiva, Fallas, está a punto de pillarla el toro (ayer pidieron una moratoria a los toreros). «He cerrado las contrataciones en cuanto a fechas, ganaderías y honorarios con los apoderados de Talavante, Manzanares y El Fandi —explica Casas—. Estoy pendiente de mi reunión de hoy con All Sports Media (empresa encargada de los derechos de imagen de las figuras, que consideran desequilibrado el reparto de ingresos)».
Martínez Uranga, serio caballero, no oculta su preocupación: «Si no se televisan Valencia y Sevilla, se cerrará el canal 69 del Plus. Así no los han dicho en una reunión. Y si se dejan de televisar esas corridas, la Fiesta muere. Sería una puñalada», advierte. Se suman al desasosiego sus ya experimentados «apóstoles» en distinta dimensión. El crítico taurino de ABC, Andrés Amorós, también asiente: «Lo que no sale en televisión no tiene vigencia social».
—Parece que las figuras pretenden evitar el monopolio televisivo, abrirse a otros espacios informativos, huir de las repeticiones y reparto equilibrado de ingresos. Otros rumores apuntan a que buscan la posiciónde José Tomás.
—¡Hombre, lo que José Tomás hace otros no podrían permitírselo! ¿Llenarían las plazas como él? Él ha seguido su estrategia particular... En cuanto a las repeticiones, la del indulto de Manzanares en Sevilla se puso tres veces. Y no hubo mucha audiencia...
—¿Vendrá a Madrid el de Galapagar?
—Hoy hablaremos con Salvador Boix —cuenta Uranga—. Creo que este año está en su ánimo acudir. Supongo que vendría en junio y por contactos indirectos ya sabemos que ha visto alguna corrida (Victoriano del Río).
—¿Volverá Enrique Ponce?
—Es al primero al que llamamos todos los años. Si contratamos a José Tomás, Morante y El Juli, ¿por qué no a Ponce? Si no viene, será porque no quiera.
—¿El duelo entre Fandiño y Mora?
—Nuestra idea es dar el mano a mano el Domingo de Resurrección.
—¿Son conscientes de que la afición les exigirá más por la rebaja del canon en casi tres millones de euros?
—Por supuesto. Aunque no son netos. No olvidemos que tenemos que hacernos cargo de los gastos del Dos de Mayo y Beneficencia. Y mejorar la iluminación, crear el «spa» de los toros...
—(A Manuel Martínez).Usted afirmó que con la rebaja del canon era sostenible Madrid sin televisión.
—Y afortunadamente es así, porque es muy triste que la primera feria del mundo dependa de la tele. Eso sí, no televisar sería una gran tragedia.
—Ante la tesitura de feria con cámaras o con figuras, ¿qué elegirían?
—(Habla rotundo el presidente). Sin duda, la televisión. La difusión es fundamental, aunque también sé que sin las figuras iría menos público a las plazas.
—Y si sumamos la crisis...
—Puede que a Madrid no le afecte tanto, pero se notará. No me preocupan las barreras de los Koplowitz, pero sí las de los tendidos de sol y sombra de la gente obligada a recortar gastos.
Por la vía de las novilladas —«las potenciaremos»—, los encastes —«hay que contentar a todos»— y las prohibiciones—«nos fastidia que en Galicia nos impongan cómo educar a nuestros hijos»— prosigue la conversación con «los cuatro fantásticos», sin traje de héroes pero con batallas que lidiar.
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