Muestras de dolor en la despedida de José Guillén ayer en la Monumental de Mérida
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
No podía ser menos. Fue José Guillen gran persona, gran amigo y sobre todo, una persona muy sincera con el toro y con la vida. Y así se manifestaron quienes esta tarde se dieron cita en el ruedo de la Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia”, de la ciudad de Mérida.
Bajo los hombros de quienes fueron sus más directos compañeros en el ruedo y en la vida, así pasearon los restos mortales de quien llevó con decoro y garbo los capotes y banderillas por los ruedos de Venezuela.
Guillén, antes de enfilarse en las lides de subalterno fue estilizado novillero a quien le endilgaron el mote de “El Ejidense” haciendo honor a su lar natal, con pasantía por arenas españolas a finales de la década de los ’70, perteneciente a aquella nutrida y vasta camada de toreros merideños que encabezaron en su momento Nerio Ramírez “El Tovareño”, Alfredo Parra (+), Ángel Sulbarán (+) –en ruedos mexicanos- y Enrique Torres, quienes llenaron de ilusiones la primigenia Escuela Taurina que por aquellos años se gestaba en el ruedo del coso emeritense, más por vocación propia y afición que por instrucciones propias de un verdadero maestro, aun cuando para ello se encontrara en labores de la conserjería el ruedo merideño Don Humberto Álvarez (+), para quienes servía sus primeras lecciones como una introducción a esta bella pasión.
Por más de veinticinco años fue José Guillén un fijo de la Edad de Oro del toreo de capote en nuestra ciudad, donde destacaron por sobradas razones además de Guillén, los hermanos Pereira (Mauro y Giovanni), quienes dictaron cátedra de lo que en el ruedo era un subalterno, atento a los más mínimos detalles del toro y torero en el ruedo.
Se ha ido un buen hombre, quien incomprensiblemente el destino le ha arrebatado un transitar que nadie se imaginaría la forma como se truncaría. Queda en el corazón y la memoria de muchos los agradables momentos que se compartieron, al lado de su persona, jovial, optimista en los momentos difíciles y en especial firme en sus convicciones.
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