lunes, 5 de diciembre de 2011

CURRO ROMERO PACO CAMINO Y EL VITI abrieron la Puerta del Príncipe para Diego Puerta



FERNANDO CARRASCO

El toreo estuvo en su despedida. El de otras épocas y el actual. Todos quisieron darle su último adiós a Diego Puerta, Diego Valor para todos los que lo vimos torear. Un ejemplo de raza, valor, temperamento y pundonor. Pero también de toreo sevillano, de esencia y pinturería ante la cara de los toros.

La parroquia de San Bernardo, en el barrio donde se crió y de cuya hermandad fue hermano, se llenó por completo a mediodía en la misa de corpore insepulto. Sus compañeros, los que le vieron torear y también aquellos que, por edad, sólo lo conocieron por fotografías y vídeos. Pero en todos, la unanimidad de que fue una de las grandes figuras del siglo XX y un torero de los que hacen época.

Innumerable lista de asistentes
Imposible enumerar a todos los profesionales que acudieron a la iglesia. Basten estos nombres: sus compañeros y amigos Paco Camino, Santiago Martín «El Viti», Manuel Benítez «El Cordobés», Curro Romero y Andrés Vázquez. Matadores de toros que casi coincidieron con él o que empezaron cuando ya se había retirado: José Luis Galloso, Manuel Ruiz «Manili», Juan Antonio Ruiz «Espartaco», Tomás Campuzano, Fernando Rodríguez «El Almendro» y Pepe Luis Vázquez hijo. Y diestros contemporáneos que también lo conocieron: Emilio Silvera, Martín Pareja Obregón, Rafael Camino, Oliva Soto, Salvador Cortés, Esaú Fernández; ganaderos como Álvaro Domecq Romero, Eduardo Miura, Álvaro Martínez Conradi, Javier Molina, Jaime Guardiola, Borja Domecq, Antonio Tornay… Y la gente de plata y de oro encima del caballo y que casi todos hicieron el paseíllo con el torero de San Bernardo: Curro Puya, Paco Puerta –primo hermano de Diego Valor-, Rafael Jiménez «Chicuelo», José Rodríguez «El Pío». Francisco Martín Sanz, Paco López y Pedro Soriano, entre los muchos que acudieron.

En todos ellos la tristeza por tan irreparable pérdida tanto del torero como de la persona. Porque todos coincidieron en valorar a Diego Puerta como un grandísimo torero pero también como un excelente hombre. Así, Manuel Benítez «El Cordobés» precisaba que «se va un amigo y un monstruo, con una raza que es muy difícil que nazca otro como él. Hemos toreado mucho juntos de compañeros y era muy difícil que se dejara ganar la pelea. Cuando llegaba a la puerta de cuadrillas ya no conocía a nadie».

Curro Romero, por su parte, era de la opinión de que «para mí ha sido uno de los toreros más valientes que ha habido en la historia. Tenía la gracia de Sevilla, esa gracia torera que él llevaba por todos sitios. Diego era sencillo y natural, que eso es ser una gran persona».

Muy afectado se mostraba Paco Camino. «Se ha ido un gran amigo, se me ha ido mi compadre. Y se ha ido un grandísimo torero. Era un compañero extraordinario dentro y fuera de la plaza. Además era una gran figura del toreo, la más importante que ha dado el siglo pasado».

Y otro de los grandes que compartió tantas tardes con Diego Valor: El Viti, quien refería que «venimos a acompañar a la familia del compañero y amigo Diego Puerta y de verdad que he sentido muchísimo la perdida de mi amigo Diego. Le vamos a tener presente, pero a medida que pase el tiempo nos acordaremos más todos: compañeros, amigos y aficionados. Todos».

En la Maestranza
Finalizada la misa de corpore insepulto, los restos mortales de Diego Puerta fueron trasladados a la plaza de toros de la Maestranza. Allí se vivieron momentos de suma emoción cuando el féretro, portado por matadores de toros y banderilleros, entró en el albero maestrante y dio su postrera y última vuelta al ruedo. En medio del silencio de los tendidos vacíos, los gritos de ¡torero! ¡torero! retumbaron entre los arcos del coso del Baratillo. Escena emotiva en la que pudieron verse muchas lágrimas cuando, a la una y media de la tarde, aproximadamente, Diego Puerta cruzaba a hombros, por última vez, la Puerta del Príncipe. Detrás suya, su familia. María García-Carranza, su viuda, mostraba una entereza extraordinaria, así como sus hijos, algunos de los cuales no podían evitar romper a llorar. Y tras ellos, el toreo. El de su época y el de ahora. Se echaron en falta nombres y rostros. Claro que sí. Pero ayer estaban los que debían estar, despidiendo a uno de los grandes, grandísimos, toreros que ha dado la Historia de la Tauromaquia y por la que ésta es buena parte de lo que es. Gracias a toreros así, la Fiesta Nacional tiene la grandeza que tiene. Gracias a Diego Valor; gracias a Diego Puerta.

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