MUNDOTORO
Quito (Ecuador). Enrique Ponce devolvió la ilusión a los tendidos de Iñaquito con una lidia intensa, una faena grande, y un indulto auténtico, el único de una tarde marcada por la mutilación que ha sufrido la Fiesta en la capital ecuatoriana. No se notó la merma ni en la entrada ni en el ánimo del público, que alentó a los matadores, se entusiasmó con la entrega de la terna y sólo mostró su desagrado en forma de protesta cuando los toreros cogieron una banderilla plateada para simular la muerte de cada astado.
Enrique Ponce perdonó la vida al toro 'Gobernador', cuarto ejemplar del primer festejo de la Feria, al que cuajó a placer. El maestro valenciano puso en pie al público quiteño en varias fases de una faena muy emotiva, pues aprovechó la calidad y transmisión del animal de la familia Cobo para diseñar una faena de mucha naturalidad, ligazón y compostura, donde la técnica y la elegancia caminaron de la mano. Tres poncinas ligadas y limpias desataron la apoteosis y comenzó a extenderse en los tendidos la petición del indulto, que el presidente acabó concediendo.
Antes ya se había impuesto al primer toro de la feria de Jesús de Gran Poder, un animal con poco celo, que salió distraído y con la cara alta en los primeros tercios, se fue suelto en varas, pero acabó persiguiendo la muleta gracias a la técnica del maestro valenciano, que le dejó el engaño en la cara y provocó en redondo su embestida en varias series que tuvieron el mérito de no dejar a su enemigo cobijarse en tablas.
Fandi lidió en su primer turno un animal igualmente aquerenciado, poco castigado en varas, con el que el granadino formó su habitual revuelo en banderillas. El torero hizo un esfuerzo por sujetar al toro entre las dos rayas, pero el animal respondió a la entrega del diestro con una coz y su posterior huida. Quemó las naves en el quinto, otro animal manso de libro que no colaboró en banderillas y con el que, a sabiendas de la imposibilidad de llevar a cabo un trasteo lucido, el granadino tiró de efectismo para llevar la alegría al tendido.
Martín Campuzano brindó la lidia -que no la muerte- de su primer toro a Fandi y Ponce antes de bregar con un animal descastado, que nunca se entregó y al que costó desplazarse. El viento tampoco le dejó manejar los engaños con precisión, pero suplió con arrestos la falta de brillantez de su labor. Tras el final por manoletinas fue invitado a saludar. El sexto aunó calidad y repetición en sus acometidas y el torero nacional a falta de rodaje, puso ilusión y entusiasmo desde el explosivo inicio de hinojos. Su actitud y la manera de encarar la lidia con tan exigente material fueron recompensadas con un trofeo.
Plaza de toros de Iñaquito. Casi lleno. Primera de la Feria Jesús de Gran Poder. Toros de Triana (1º, 3º y 5º) y Huagrahuasi, justos de presencia, mansos en distinto grado y de poco juego salvo el cuarto, de nombre 'Gobernador' al que se perdonó la vida como premio a su enclasada bravura, y el encastado sexto. Enrique Ponce, oreja y dos orejas y rabo; El Fandi, ovación y oreja; Martín Campuzano, ovación y oreja
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