martes, 29 de noviembre de 2011

EL VITO: Amenazas y violencia



César Girón,torero de época, siempre un ejemplo a seguir

La violencia llegó al ruedo. No se trata de esa violencia que desde hace años juega en las canchas de fútbol, la que provoca muertos en las calles, riñas entre las barras bravas o la participación de la policía, provocando que las familias y los mejores aficionados abandones los estadios. No, es otra violencia aún más penosa y dolorosa: los propios toreros agreden a sus pares para imponer acuerdos de supuesto tinte nacionalista. Ello ocurrió en Valencia, cuando le vaciaron un cuñete de pintura amarilla mezclada con gasolina al banderillero Rafael Orta, y cuando varios toreros –entre ellos matadores de toros fracasados- amenazaron al colombiano Sebastián Vargas si actuaba en sustitución de Joselito Adame, quien a su vez iba a sustituir a Curro Díaz al que la empresa llamó para que ocupara el lugar de Juan José Padilla. Amenazas para evitar que un torero extranjero ocupara el sitio de Padilla, quien debió, según los directivos de la Asociación de Matadores de Toros, haber sido un espada venezolano.
Todo esto ocurre cuando está de moda denostar de los toros, y con hechos como el provocado por algunos toreros venezolanos en Valencia será mucho más fácil hacerlo ahora, pues como dicen los abogados “con confesión de parte no se necesitan pruebas”.
Les diré, amables lectores, que esta parte violenta no es, de manera alguna, el toreo venezolano. El toreo nacional, con más de un par de siglos radicado en nuestra tierra, un oficio que llegó a las playas del Caribe el Cubagua por primera vez en el 1527 de la mano de los evangelios, las letras, las leyes, la civilización. Fue la fiesta exaltada los venezolanos fundadores de la nacionalidad, la engrandecida por hombres como Rubito, El Negro Mendoza, Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”, Alí Gómez, los hermanos César, Rafael, Curro y Efraín Girón, hombres que dignificaron el traje de luces y que sólo presentaron desafíos en los ruedos del mundo frente a las astas de los toros.
El recurso mafioso, de la amenaza o de la agresión física no existía en Venezuela. Surge ahora, en el seno de un grupo de fracasados que mentirosamente se amparan en una situación nacionalista. Es, no me cabe la menor duda, la cara corrompida de una sociedad deteriorada, sin identidad ni valores la que ha provocado esta penosa situación.
A los ofensores y agresores les invito leer la biografía de César Girón, la que ya está en los puestos de distribución de la Biblioteca de Biografías Venezolanas, donde entenderán el porqué la grandeza del más grande a la vez que descubrirán que lo que han hecho no es más que el enamismo en el que se esconden los fracasados.

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