lunes, 31 de octubre de 2011

PARA SALVAR LA FIESTA debemos ser atrevidos, tener imaginación y ver hacia adentro de lo venezolano

LOs hermanos Girón dieron grandes lecciones, lecciones no aprendidas por un pueblo taurino una afición quejosa, que ahora llora porque no vienen los españoles.

EL VITO

La solución de Venezuela, y de la fiesta taurina de los venezolanos, afortunadamente es mucho más sencilla que la de Colombia, pero de actitudes valientes, decididas y atrevidas.
De cómo podemos enfrentar la actual situación de crisis – en el 2011 hemos celebrado una tercera parte de los festejos de 1971 - tiene antecedentes en lo vivido por México, cuando España decretó aquel “boicot del miedo” rompiendo relaciones taurinas con los aztecas.
Así, de “boicot del miedo” lo calificó Juan Belmonte, porque la ignominia surgió del miedo que le daba a sus pares en España el arrollador Fermín Espinosa “Armillita”.
¿Cómo respondió México?
Pues no lo hizo llorando, “porque Manzanares no viene”, o pidiéndole al gobierno “que no se importe ganado de Colombia” y mucho menos pidiéndole plata a Cadivi para pagarle a las estrellas de España o de Francia que por quítame esta paja envían a nuestras empresas a la porra.
Los mexicanos impulsaron su fiesta, sus toreros, su ganado y su temporada con su propia gente, como Colombia lo ha hecho en gran parte de la recuperación de su fiesta. Nosotros tenemos, y debemos promover nuestros toreros y en especial ayudar y hacer crecer a los novilleros, la generación de relevo, dándole oportunidades. Experiencias como la exigida, como la que sería la salvación, las hemos vivido en los años setenta con empresarios como Gregorio Quijano y Juan Corso, quienes formaron y forjaron camadas de toreros que sostuvieron por años la fiesta. Aquella época, generosa en festejos, fue la base para que se formaran las ganaderías y la Fiesta en Venezuela viviera su mejor momento.
Las épocas doradas en el toreo nacional, podríamos considerarlas la que cubrió la pareja de Sananes y El Negro Mendoza entre los años 20 y 30, y la de los años setenta, con los Girón como estrella orientadora, se realizaron sin ganaderías. Apenas teníamos una muy maltrecha Guayabita, y apenas comenzaban a construirse las Plazas Monumentales. Aquellos años tuvimos grandes toreros, buenos aficionados y una fiesta digna y vibrante. ¿Por qué no ahora? Seamos atrevidos, seamos capaces de revivir la fiesta y seguro que unidos tendremos éxito

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