César Valencia es la chispa que puede encender la llama de la pasión taurina, llama convertida en pavesa en Venezuela
EL VITO
Un asopao de frutos del mar, al hinojo, fue con lo que Alonso de Mendoza recibió a Alfredo Movilla, quien ha sido en el Centro Asturiano el gran competidor de José Pérez, el transformador de El Caserío, en las grandes partidas en el frontón. A Movilla le acompañó su carnal taurino, Antonio Martínez para hacer de la tarde de Los Amigos del Toro un reencuentro de aficionados sumamente agradable.
Hablamos de reencuentro porque Vicente Lozano Rivas regresó al grupo con todas las experiencias vividas en la milenaria Nimes, donde fue testigo de la exaltación artística – no deja de repetirlo – de Julián López “El Juli”. Hablar de Nimes, y no hacer referencia de Manolo Marín, es crear un vacío; y de Manolo supimos ayer que el próximo lunes ha de visitar “el hule” para salir de una calamidad que le acojona.
Alfredo Movilla puso sobre la mesa un sobre manila. “¿Qué traigo aquí?”, lanzó el reto el contertulio, a sabiendas que no habían ningún adivinador que fuera capaz de ver a través del sobre de manila y descubrir la foto de Juan Belmonte, su esencia de lo que exactamente estar abelmontado, de corto el trianero y con polainas, sembrado en la arena de Madrid sacándose por el sobaco izquierdo, un toro bociblanco y melocotón mientras la planta de lsus botos buscaban el centro del universo, clavadas en la arena. El mentón del genio se esconde, en la foto, entre los pliegos de la camisa de chorrera, los que no se ven. Foto con más de 60 años, que emociona con gran intensidad… De aquel festival, contaba en una de nuestras tertulias “Antoñete”, a puerta cerrada en Las Ventas. Lo sabía Antonio como pocos, pues él estaba presente, como arenero, recogiendo colillas para luego revender el tabaco negro. Fue el festival para Conchita Cintrón, que toreo a pie, con los maestros, y dictó una conferencia de bien torear aplaudida por el genio de Triana, don Juan Belmonte.
Sabía Movilla que la foto rompería la calma en la tertulia y contó la historia de cómo llegó a sus manos tan hermoso documento gráfico. Pudo más la insistencia, la perseverancia de Alfredo en “Casa Ciriaco” de Madrid, para lograrlo al precio de la amistad.
Aura Cecilia Colmenares atenta a los relatos, hace referencia a cómo en estos tiempos de crisis, de escasos eventos taurinos en Venezuela y ninguno en la capital, son las artes las que reviven y justifican e toreo en su esencia. Artes como la poesía, la literatura, el teatro y la música, siendo ella una destacada declamadora y consciente que en su voz vive en presencia eterna el recuerdo a César Girón.
Esencia que se prende en el relato de Orlando Rojas “El fígaro”, que cuenta de los antecedentes de César Valencia, el chipilín que ha puerto muy arriba el pendón del toreo nacional con su reciente triunfo en Madrid. “César – es hijo de César”, indica Rojas, “hermano de Bernardo”. Nació el triunfador de Madrid en San Agustín y de él esperamos todos muchas cosas.
Llegan a la tertulia las noticias de los carteles de Maracaibo, feria que se celebra en paralelo con la del Socorro de Valencia. Se nota en ambas la situación que vive el país. Somos como una playa, a la que llegan mansas las olas del tedio, Playa desde la que se avizoran los artificios del fuego del toreo en la tea que se ha encendido en nuestros corazones.
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