El libro César Girón, la biografía, estará a la venta en quioscos y librerías a partir del jueves 27 de octubre
San Cristóbal, festival en la Monumental de Pueblo Nuevo
EL VITO
Frío y soledad en Madrid, y nace la amistad con Antoñete"
Madrid y sus viejos edificios ocres, de calles estrechas, callejuelas azotadas por los vientos primaverales que llegaban trenzados con las frías corrientes del Guadarrama, donde la soledad se sentía extraña e inmensa.
Caminando por Alcalá al día siguiente se fue hasta la plaza de toros. Mole inmensa, de ladrillos dorados pintados por el sol del alba en aquel su primer amanecer.
En su ruedo los muchachos jugaban al toro. Entre ellos el cuñado del conserje, Paco Parejo, un flaco de débil aspecto al que llamaban “Antoñete”. César Girón le hizo de toro, también hizo de torero, y trabó con “Antoñete” entrañable amistad. Le llamaron a los pocos días “El chico del jersey”, porque no se quitaba un suéter el venezolano, llegado quien sabe cómo ni de dónde a aquel madrileñísimo
barrio de jóvenes retrecheros y de extraña manera de hablar.
César Girón soportó todo el frío, toda el hambre, la inmensa soledad que le acompañaba, el desprecio de muchos que veían en él al indio,al mono, al “guayabita”, al “chico del jersey”, que fueron los motes despectivos con los que algunos le trataron.
Otros como Victoriano Valencia y Antonio Chenel “Antoñete”, compañeros suyos en la pensión Barragué de Salamanca, le ayudaron con su estímulo y caluroso afecto. Pero el destino a veces parece marcado y lo que va a ser debe ser.
Se hizo "el amo" de Barcelona
La noticia de la contratación de César para Barcelona tuvo la resonancia
de una bomba entre los maletillas de invierno de Salamanca
y entre los estudiantes venezolanos de la Facultad de Medicina de la
Universidad. –Muchachos –les dijo César Girón a sus paisanos–, ¡toreo en Barcelona! O soy figura o me mata un toro. Uno de los estudiantes le dijo con mucha guasa: –César, con lo que tu corres, ¿cómo te va a alcanzar un toro?
Los compañeros de terna fueron Carlos Corpas y “Antoñete”, y le decían: –Indio, te vamos a meter el pelo pa’dentro Hizo el viaje de Calatayud a Barcelona, y al llegar le esperaban los hermanos Pepe y Victoriano Valencia, quienes le invitaron a comer al Bar Canaletas. Se alojó en el Hotel Comercio de la Calle de Escudillers.Hotel que hoy día es hospedaje obligado para aquellos que comienzan.
Se trata de una casa de huéspedes con mucho carácter. César Girón puso de moda el Hotel Comercio desde ese día que llegó a Barcelona. Narraba aquella primera experiencia en tarde de domingo. El traje del matador que había estaba colgado en un balcón, que daba a la estrecha calle de Escudillers. El mozo de espadas le había limpiado al vestido las manchas de sangre con un cepillo. El oro de la taleguilla se había vuelto, momentáneamente, desvaído. Desde aquel en que el traje colgaba, se veían las tabernas de la calle Escudillers en cuyas puertas estaba
escrito con pintura blanca: “Hay champiñón”. “Se sirven comidas”.
A las tabernas entraban muchos soldados norteamericanos, tropa de
los buque de guerra surtos, en el puerto de Barcelona. Los soldados y marineros alimentaban las máquinas tragaperras para hacer sonar tres o cuatro rocks a un tiempo.
Por aquellas puertas salía humo de cigarros,olores ácidos de perfumes baratos y guisos pobres.- Me dieron la habitación número 11. Le dijo César al padre de Victoriano. - Mañana vas a tener suerte, porque el número 11 siempre trae suerteî, le respondió. Contaba César de aquella vigilia que ìA las cinco de la mañana llamé a Victoriano, y le dije:- “Chico, ponme discos a ver si me distraigo”. Su gran amigo, que fue siempre Victoriano, estuvo poniéndole discos desde la madrugada hasta las diez de la mañana, y Girón escuchándolos por teléfono. Contaba:
Victoriano me vino a buscar y fuimos a misa, a una iglesia pequeña llamada Santa
Mónica. Recé mucho, lo recuerdo. A las doce del mediodía me encontré a “Antoñete”,
que venía con unos amigos, de esos que rodean siempre a los toreros. Me dijo: –Vamos a dar un paseo. Le contesté, sinceramente: –No me puedo mover, porque tengo mucho miedo. Hoy me lo juego todo. En el patio de caballos le dije a mis compañeros, acordándome de
aquello de “Indios, te vamos a meter el pelo para adentro”: muchachos, aquí es donde quiero ver cómo me van a meter el pelo pa’dentro...
César Girón cortó tres orejas la tarde de su debut en Barcelona y salióa hombros en su presentación en la muy taurina Barcelona, ciudad a laque hoy los conflictos políticos e independentista intentan convertir enantiespañola y antitaurina. Girón regresó a la Monumental veintidóstardes, superando la marca de Vicente Barrera, aquel torero que en supresentación en el Nuevo Circo llegó a impresionar gratamente al bachillerRafael Caldera, que a la postre sería presidente de la República.Barrera llegó a torear once tardes en la Monumental.César se convirtió, gracias a Barcelona, en uno de los preferidos porlas empresas. Era la época de “Antoñete”, Pedro Martínez “Pedrés”,Juanito Posada... A Madrid fue el 10 de julio de 1952 como novillero.Una novillada de Felipe Bartolomé. Con “Antoñete” y Carriles. Repitióa las dos semanas y cortó dos orejas en Las Ventas. Un éxito muy comentado.Fue el novillero estrella de 1952, y con mucha fuerza llegó ala alternativa, aunque sin un futuro cierto porque no había contratado corridas para la temporada de 1953 y en su tierra poco o nada creían en los éxitos de Girón en España.
Antoñete en Tarapío con el maestro Manzanares
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