Paco Aguado
altoromexico.com
Se ha sabido por aquí que el tal Anselmi sigue haciendo proselitismo antitaurino en América. Las noticias dicen que, pagado con dinero del estado, el ladino argentino, con su verbo fácil y su potente demagogia, da ahora charlas en las universidades aztecas acompañado de su correspondiente cuadrilla de intelectuales y profesores para picar, banderillear y dar muerte a estoque a todo lo que huela a tauromaquia.
El tal Anselmi, Leonardo, es peligroso. Con su imagen de santón del animalismo, de inocente y bonancible defensor de causas nobles, se mueve en las oscuridades de la política como una astuta comadreja. Porque así fue como intrigó incansable por los pasillos y los bajos fondos de la Generalitat de Cataluña para conseguir que el próximo día 25, si el Tribunal Constitucional no lo impide, se celebre la que puede ser última corrida de toros en la Monumental de Barcelona.
Es hábil el argentino, hay que reconocerlo, pues empieza colándose sigilosamente en el panorama social y periodístico, al parecer, con fuertes subvenciones externas -el portal Mundotoro ya apuntó hace tiempo a su relación con las multinacionales de alimentos para mascotas- para extenderse como un cáncer por los laberintos políticos y conseguir sus objetivos fatales. Una mezcla de infiltrado y agente secreto, un "James Bond" del veganismo y otros intereses ocultos al que, de momento, avala un triunfo contra los "malvados" tan sonoro como el conseguido en Cataluña.
Alentado por unos medios de comunicación entre los que se mueve con soltura, y quién sabe si también con mucha generosidad económica, el "pibe" no ceja en su cruzada pananimalista por la América taurina, creando en cada país los que, en su ausencia, serán fuertes lazos políticos y permanentes estructuras de combate teledirigido.
No erraríamos el tiro si aseguráramos que mucho de lo que está pasando en Quito, ese frontal ataque del gobierno de Correa contra los toros en forma de sesgado referéndum, tiene mucho que ver con las visitas anteriores de este siniestro personaje a la capital del Ecuador. Pero, hasta ahora y desde este desorganizado planeta taurino, nadie, ni en España ni en América, le ha salido al paso ni ha revelado las verdaderas intenciones de una trama que centra en el mediático acoso y derribo a la Fiesta todos sus golpes de efecto. Sólo el rockero Andrés Calamaro, en un programa de gran audiencia televisiva, dijo sentirse avergonzado de tener un compatriota como este.
El caso es que, haya o no haya relación entre sus protagonistas y en busca de otros objetivos menos confesables, la consecuencia de estas campañas no sólo son los crecientes problemas legales para el desarrollo del espectáculo sino también la aparición de un nuevo tipo de terrorismo, el animalista. En Francia ya lo han sufrido algunas plazas y personajes tan señalados como Simón Casas, a través de cartas-bomba, o André Viard, con el incendio de su casa, y en España la propia tumba de Julio Robles, que fue profanada por unos individuos que acaba de detener la policía.
Así que, cuidado con Anselmi, amigos mexicanos, que acabará por echar las culpas a los taurinos hasta de las muertes de Ciudad Juárez.
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