miércoles, 7 de septiembre de 2011

LA LECCIÓN NO APRENDIDA por organizadores y empresarios


Leonardo Benítez es un gallo suelto en el reñidero


Las lecciones que nos han dado el beisbol y el fútbol, al parecer pasan desapercibidas para las organizaciones y empresas taurinas nacionales. Tras vivir de recuerdos prestados, el fútbol nace, crece y se desarrolla con los éxitos de la vinotinto; y el crecimiento del beisbol comienza cuando los mundiales en La Habana, al inicio de los años 40, perro su desarrollo definitivo se siente cuando los cuadros de peloteros venezolanos se convierten en la base de las novenas profesionales.
El toreo en Venezuela vive momentos difíciles. Varios son los motivos para ser considerados, en estos momentos de dificultades. No cabe duda que una es la del cierre del Nuevo Circo de Caracas, situación que provoca la segunda de las causas, y es la poca difusión mediática de los toros en Venezuela. Los grandes rotativos de la capital ya no se ocupan de la información taurina, y se perdieron aquellos muy importantes espacios de la radio y de la televisión. La tercera causa es la poca, por no decir ninguna atención que las empresas y organizaciones le prestan al torero venezolano, su presencia en los carteles y su desarrollo profesional.
No tengo la menor duda que los dos momentos anteriores que ha vivido Venezuela, de importante magnitud en la Fiesta de los Toros, han sido cuando la rivalidad entre Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza, en el decenio de los años veinte; y más tarde ese período circunscritos entre los nombres de Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro” y el de la Dinastía de los Hermanos Girón. En ambos casos es curioso que no teníamos ganaderías y las plazas de toros se resumían al Nuevo Circo y a la Maestranza de Maracay. Lo de las monumentales vino más tarde, y creció junto a las ganaderías en el campo bravo nacional, sostenidas por el envión de Diamante y de Girón.
Hoy el toreo en Venezuela, indudablemente de capa caída como consecuencia de situaciones que no es el caso señalar en este instante y espacio, tiene ante sí una gran oportunidad; y esta oportunidad es la de sus toreros, los toreros venezolanos. En primer lugar tiene dos líderes en Leonardo Benítez y en Otto Rodríguez, espadas que vienen funcionando en plazas del exterior y que unidos en plan de rivales pudieran darle el aliento que necesita la salud del espectáculo taurino en Venezuela. Cada uno significa una posición diferente a la del otro en la vida. Sus conceptos profesionales son distintos, e incluso sus actitudes. Hay un tercer espada, Erick Cortéz, que en plena madurez de una gran calidad profesional todo lo que necesita será oportunidades en situaciones de importancia. Estos tres toreros sería el primero de los plazos en situación de emergencia, para vivir en competencia entre ellos mismos y ser capaces de aceptar retos de los foráneos. Con toreros venezolanos en actividad se robustecerían las ganaderías y faltarían espacios en los grandes escenarios monumentales. Con la competencia también se beneficiaría el resto de los espadas nacionales.

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