jueves, 15 de septiembre de 2011

HA SIDO LA TEMPORADA del poder y de los sublime, El Juli y Manzanares



EL VITO


Ha sido la temporada de El Juli y de Manzanares. Tan importante, que sus estruendosos triunfos han ocultado el alarido histérico de la masa al regreso del mito. José Tomás, que hizo añicos los esquemas del toreo moderno, a su regreso ha perdido volumen con los triunfos de dos grandes toreros: El Juli y Manzanares.

Hierve la cazuela de la temporada al calor del verano sangriento, y aunque falta todavía cubrir un buen trecho en el camino del 2011, esta, la temporada tiene sello. Está franqueada por tres nombres. Ha sido el año de la reaparición de José Tomás, luego de empapar con su sangre la arena de Aguascalientes, pero ha sido la gran temporada de una pareja magnífica de jóvenes maestros, Julián López “El Juli” y José María Manzanares.
Vayamos despacio, veamos las partes.
José Tomás reapareció en la Valencia del Levante, provocando inusual expectación para estos días de modernidad. El madrileño acaparó la atención de una ciudad que se vacía en el verano, que deja de ser atracción turística, superó en atención la competencia de la Fórmula Uno; y el mundo, como ocurrió con Manolete y más tarde ocurriría con El Cordobés, centro su mirada en la Fiesta de los Toros. Luego fueron otras tardes las de José Tomás en la temporada, tardes en las que el fuego se convirtió el pavesa y hasta el domingo en Valladolid, octava presentación del mito este año, el genio dejó de ser milagroso y comienzan a vérsele fisuras. Ha dejado de ser superdotado y ha vuelto a ser humano. Hasta don Andrés Amorós, catedrático de la Lengua que reseña los toros en el ABC de Madrid, le critica las posturas para la ejecución de algunos lances.
Se han dado cuenta a las ocho presentaciones, 16 toros más tarde.
Los otros timbres que refrendan el documento de la temporada son Julián López “El Juli” y José María Manzanares, dos jóvenes maestros que habiendo estado desde sus primeros pasos en la cumbre del toreo, les ha costado que las gargantas de los ortodoxos y exquisitos les traguen. Al final lo han hecho. ¿Cómo se puede rechazar el compendio tauromáquico de “El Juli”, al que además de ingeniosa variedad le ha impreso con sencillez, sin estridencias, exposición y honestidad una técnica que parece infalible: en el comienzo, con derechazos, perdiendo un paso, para ir metiendo al toro en la muleta; después, naturales, alargando el viaje, gustándose; por último, alardes, para enseñar su mando absoluto. Parece que esté demostrando que él puede hacer tan bien como cualquiera todo lo que los demás hacen. Manzanares, que nació siendo comparado, y nada menos que con las exquisiteces que se recuerdan de su padre, impuso el matar recibiendo como parte de su faena, reviviendo con el percal y la sarga el toreo ralentizado de los artistas con mayor profundidad. El Juli y Manzanares son dos grandes toreros , se complementan. El Juli manda en el toro y, por eso, manda en la Fiesta. Manzanares seduce con la suavidad de su estética. Representan, hoy, dos grandes líneas de la Tauromaquia clásica. No ha sido fácil liderar el pelotón de figuras para estos dos grandes toreros, porque detrás quedan grandes nombres como Morante, Perera, Castella, Talavante, Fandiño, Luque… En fin, ser capaces de demostrar cada tarde su grandeza en un año en que los toros, como espectáculo, han demostrado vivir un gran momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario