sábado, 24 de septiembre de 2011

FUNERAL EN BARCELONA: «El nacionalismo catalán es el responsable de la prohibición»

Andrés Amorós, Albert Rivera, Rafael Luna y Luis María Gibert:Los dos único partidos que han defendido la Fiesta en Cataluña lamentan que Barcelona haya dejado de ser paradigma de la libertad

ANDRÉS AMORÓS / BARCELONA

En vísperas del cierre de la Monumental, charlamos con los representantes de los dos únicos partidos que han defendido aquí la Fiesta: Albert Rivera, de Ciutadans, y Rafael Luna, del PP. Coinciden en que el nacionalismo catalán es el responsable de la prohibición. Concreta Rivera: «La hipocresía, la doble vara de medir: intentan borrar del mapa todo lo que Cataluña tiene en común con el resto de España». Y añade un ejemplo de cinismo: ver a Puigcercós, enemigo de los toros, en una fiesta de correbous.

El PP catalán ha basado su defensa en dos argumentos, según Luna: los toros forman parte de la cultura catalana y la inmensa mayoría de sus simpatizantes son también aficionados. No sucede lo mismo en Ciutadans, muchos de sus votantes no lo son pero casi todos defienden la Fiesta porque defienden la libertad: «En su caso, eso tiene más mérito».

No debería haber sido un debate identitario pero, de hecho, así lo fue. ¿Qué han hecho los dos partidos, en este tema? Para Rivera, muy pesimista, «hemos hecho todo lo que pudimos hacer: presentamos un proyecto de ley para replantear el tema, que no prosperó; al revés, eso sirvió para que los socialistas, en bloque, se negaran a debatir. No hay ya otra posibilidad parlamentaria». Reivindica el PP que se ha comprometido a fondo en este tema; le duele que algunos aficionados les reprochen, ahora, su tibieza porque, en un momento de crisis, «por la gobernabilidad de Cataluña», no se opusieron a los presupuestos que presentó Convergencia. Debatimos un poco si eso es exactamente lo que había asegurado Alicia Sánchez Camacho. Le digo yo que la situación de grave crisis económica va a continuar y que, «por la gobernabilidad de Cataluña», pueden seguir sin oponerse radicalmente a los nacionalistas, por esta cuestión. Ha propuesto el PP una moratoria por el problema económico de la indemnización, no prevista en los presupuestos, que el cierre de la Plaza supone. Intento que concrete qué harán en la votación de los próximos presupuestos si CiU no acepta esta moratoria. Sólo obtengo esto: «Nuestras relaciones serán menos fluidas... Se les pasará cuenta... Buscaremos el momento en que nosotros nos tengamos que replantear nuestra relación con Convergencia...». Parece que se trata de una estrategia política, para dilatar el cierre, esperando que, mientras, otras vías (el Tribunal Constitucional o la Iniciativa Legislativa Popular) lo impidan. Al fondo, planean las elecciones generales: si el PP obtuviera mayoría absoluta en el Gobierno...

¿Cabe alguna solución? Rivera sigue siendo pesimista: «Antes, se hubiera podido; ahora, ya no. Se plantearía un problema competencial muy difícil». Confía Luna en que el futuro gobierno del PP declare la Fiesta Bien de Interés Cultural, como se ha logrado ya en Francia. Es triste que los aficionados catalanes tengan que pasar a Francia, como hacían en otro tiempo para ver películas prohibidas, o a otra Comunidad, para asistir a las corridas. Rivera no tiene dudas: «Es lamentable que Barcelona, que fue paradigma de libertad, haya dejado de serlo. La única Comunidad gobernada muchos años por los nacionalistas ha producido más prohibiciones».

El perjuicio económico que esto traerá les parece indudable. Para Rivera, «la gente, cuando viene a Barcelona, viene a España, espera encontrar una serie de cosas... A un sector, desde luego, le va a perjudicar mucho. Además, ¿por qué no va poder dedicarse a este negocio un empresario, si lo desea, por vivir en Barcelona?».

Coinciden en que los sectores taurinos podrían haber hecho algo más: «Al final, han dado la cara solamente unos pocos toreros, y no los más mediáticos». Comentamos lo que hubiera supuesto, por ejemplo, la presencia de José Tomás, en las discusiones del Parlamento catalán. También hubieran esperado declaraciones más rotundas del propietario de la Plaza... ¿Qué va a pasar con el edificio? Contesta Luna: «El edificio está catalogado y tiene que cumplir esa misión». Apostilla Rivera: «Espero que no haya una recalificación, para pagar así la obligada indemnización. No quiero pensar que haya pasteleo».

No dudan que esto va a deteriorar la imagen de Cataluña. A Rivera le indigna: «He leído ya en diarios internacionales: Cataluña, tierra de prohibiciones». Luna matiza: «No miran a España sino al exterior, para presumir de país moderno, civilizado». Después de esto, ¿qué nuevas prohibiciones les esperan a los catalanes? Rivera diagnostica: «La tendencia imparable del nacionalismo es homogeneizar forzosamente a una sociedad». Luna confirma: «Todo lo que conduzca a la independencia, al soberanismo». Rafael Luna es aficionado a los toros, siente esa emoción. Albert Rivera, no, pero sigue defendiendo el lema de ABC: «Por la libertad de ir a los toros». Más que la Tauromaquia, ése es el fondo del problema: la libertad.

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