sábado, 23 de julio de 2011

Puerta grande a la despedida de Vicente Barrera




Zabala de la Serna | Valencia



En el patio de caballos de la plaza hay una placa conmemorativa a Vicente Barrera Cambra, abuelo del Vicente Barrera, que se despedía de Valencia. Figura en los años 30. Barrera vestía de blanco y azabache con el traje blanco y azabache con que celebró sus 10 años de alternativa antes seis toros hace siete años. El momento y la ocasión para haber dicho adiós con el fresco recuerdo de las nueve temporadas colocado y tratado en figura del toreo en España y América. Nunca es tarde si la dicha es buena y Vicente Barrera goza ahora de los grandes momentos con que disfrutó desde su irrupción novilleril. Una ovación lo recibió al romper el paseíllo y el silencio lo acompañó a la muerte del primero de Juan Pedro, noble, flojito muy mal lidiado en cien capotazos.

'Vaya-Tio' se llamaba el segundo de JP y vaya toro fue, sobre todo por la mano derecha. El Cid lo midió en el caballo. Quitó para probar empuje y son a la verónica. De las calidades del juampedro también se aprovechó Daniel Luque en un alado quite por delantales. El toro se vino arriba en banderilla y con la distancia que le concedió Cid. Sobre la mano derecha galopó, vino y se fue, permitiendo al torero de Salteras colocarse con desahogo y ligar en tres tandas de redondos que, precisamente en la tercera, tuvo una magnífica reunión. Fue el cenit de la faena también para el buen toro, que por la izquierda aun siendo todavía óptimo, en un tono menor, empezó a acusar el esfuerzo. La mano derecha cerró y la mano derecha mató con fulminante efecto. Oreja, petición y gran ovación en el arrastre.

Daniel Luque toreó espléndidamente a la verónica al tercero, especialmente hondos los lances por el lado izquierdo. El juampedro de expresión lavada pero generoso remate venía cogido con alfileres. Demasiado justa la fuerza para sostener la calidad. Los ayudados por alto de sabroso codilleo de Luque prologaron una faena de notable acompañamiento que era lo que requería tan frágil embestida, pero no durante tanto tiempo.

Barrera se encontró con un cuarto terciado, manejable y fácil para poder deleitarse con el cariño de su público. En los terrenos de sol, la faena. Los adornos finales de rodillas, las roblesinas y una estocada conmovieron de tal modo los recuerdos que le entregaron las dos orejas casi a la par que arrancó a sonar el Himno de Valencia, que se mantuvo durante toda una emotiva vuelta al ruedo. Una salida a hombros para que coserve el amor y la arena de su plaza.

El Cid realizó un esfuerzo con el jabonero quinto, un zapato de vivas puntas por fuera y por dentro. Tuvo su punto de geniecito aun convenientemente sangrado. Aunque en las capas claras ya se sabe que toda sangre aparenta más. La espada rebajó la recompensa final.

El sexto remataba una segunda mitad de corrida que disminuyó la seriedad de la primera parte. Bastante, por cierto. Como un escalón. También jabonero como el quinto. De nuevo Luque apuntó un buen saludo. Derribó el juampedro y Daniel se gustó en un quite de chicuelinas de compás abierto. El toro se vino abajo a plomo en la muleta. Daniel Luque volvió a arrimarse con la suerte de espaldas.
Ficha

Plaza de toros de Valencia. Jueves, 21 de julio de 2011. Quinta de feria. Unas 6.000 personas. Toros de Juan Pedro Domecq, serios los tres primeros; noble y blandito el 1º; notable el 2º, especialmente por el derecho, pero sin final; bajo mínimos de fuerza pero con clase el 3; manejable y fácil el terciado 4º; con su punto de geniecito el zapato 5º; se vino abajo a plomo el chico 6º.

Vicente Barrera, de blanco y azabache. Media estocada rinconera y delantera (silencio). En el cuarto, estocada (dos orejas). Salió a hombros.

El Cid, de nazareno y oro. Estocada fulminante (oreja y petición). En el quinto, pinchazo, estocada y descabello (leve petición y saludos).

Daniel Luque, de purísima y oro. Estocada (petición y saludos desde el callejón). En el sexto, estocada desprendida (silencio).

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