Zabala de la Serna
Es curioso. Cuatro Caminos abroncaba a Morante y a Leandro a la muerte de sus toros pero no tras arrastrarlos, que es cuando cuenta. Y se hacía el silencio.
Morante de la Puebla se encontró con un toro con cuerpo de caballo (580 kilos) y cara de minitauro, sí, minitauro, que se frenó de salida, mostró toda la incapacidad del mundo para humillar y lo que se movió lo hizo topando. Encima hacía viento. Todas las papeletas para que a José Antonio le durase la cosa cuatro minutos. Duró tres y medio. Más o menos. Se dobló con él cortándole los viaje y un poquito más allá del tercio. Le puso la derecha y el toro volvió a topar. Ni coba.
El cuarto tenía otras hechuras. Buenas hechuras mejor dicho. Morante lo crujió con el capote a la verónica. Cinco lances de antología y dos medias de pura torería. El quite contuvo otras tres de ole, toma pan y moja. La apertura gallista, de Rafael, sentado en el estribo (duros los estrellones para el toro contra la madera), y de pie, a dos manos, soberbia. Morante se sintió sobre la mano derecha. Sin soltar. Ni un respiro. Buena mano. Tres molinetes encadenaron una apertura y casi fueron el sustento de una tanda. Torero alivio. Aire. Al natural punteaba y reponía la embestida, incómodo para el asiento. El punteo de final de viaje fue una constante y la muleta muerta también. Bella imperfección. No hubo mala suerte. Morante es así. Pinchazo y media estocada se sumaron a las desigualdades para aplacar los ánimos. Ahí quedaron los lances más bellos del mundo.
Leandro se salió a los medios con torería (inmenso el pase de pecho) con el segundo, cuarto y mitad de la parte de atrás del anterior. Muy escurrido. En los medios le dio distancia para ayudarlo, para ayudarse con la inercia, y el toro acudió. Humillaba la primera mitad el muletazo para que la composición fuese bella pero de ahí en adelante se soltaba por arriba. Un derechazo y el de pecho de ley. Otra serie aprovechando el viaje. En cuanto el de El Pilar tuvo que poner se su parte se defendió. Más y peor con la mano izquierda. La faena se hundió y se desfondó ya con la espada.
El quinto, 'Portadito', fue el toro de la tarde por empleo y profundidad. Leandro en el tercio se puso enseguida a torear sobre la mano derecha con su punto de buen esteta en cinco series, cinco, que fueron decreciendo por la monotonía y la falta de ajuste. El eco se fue apagando, como el toro cuando le presentó la izquierda. Quiso suplir luego con insistencia lo que no había logrado en esencia. De la lidia salió indemne Soto Galán en dos volteretas con los palos.
Manzanares lo bordó con el mansito tercero de largo cuerpo que se venía andando. Nunca lo violentó. Lo dejó por su camino, con cadencia y empaque. El secreto de la espera. La paciencia. El vuelo de las telas. Encajado el torero. Con todo el pecho en compañía. Y cómo fueron los de pecho a la hombrera contraria. La zurda jugó casi de uno en uno, y cada uno valía casi por dos. La emoción de la estética empapaba los tendidos. El mansito se rajó, y Manzanares en el sol, en la querencia, le hilvanó un par de circulares invertidos para mayor calentón de las peñas. Con los chiqueros a la espalda, José María Manzanares citó en la suerte de recibir. Le salió perfecta. También la colocación de la espada. En toda la yema. El presidente dejó la historia en una sola oreja. No lo entiendo.
El sexto, de mucha caja, y pitones más allá de lo sospechoso, como toda la corrida, apretó en banderillas hacia los adentros, a pesar de su manifiesta cojera. Lo de hablar del afeitado es una vaina. Pero, coño, el cante era de tal calibre, sobre todo con el contraste reciente de la corrida de Torrestrella (manipulado también uno, para sacarle punta, que también es manipulación), que sería indecende callarse. El último tenía buena condición pero no podía tan lisiado de una mano. A media altura Manzanares lo sostuvo las veces que lo toreó a media altura. No siempre. Faltó más tacto en principio. Después lo halló Manzanares.
Ficha:
Plaza de toros de Cuatro Caminos. Viernes, 29 de julio de 2011. Séptima de feria. Lleno de "no hay billetes". Toros de El Pilar, desiguales de hechuras, tipos y remates, caras amables y pitones asesinados; el acaballado 1º se paró topando; el terciado 2º se defendió; bondadoso y mansito el 3º; bravo el bajo 4º, bueno por el derecho pese a puntear a final de viaje; extraordinario el hecho 5º; de notable condición el 6º pero lisiado.
Morante de la Puebla, de fucsia y azabache. Pinchazo hondo y se echa (silencio). En el cuarto, pinchazo y media estocada (saludos).
Leandro, de verde hoja y oro. Pinchazo, estocada atravesada que escupe y varios descabellos. Aviso (silencio). En el quinto, media estocada (leve petición y saludos).
José María Manzanares, de azul añil y oro. Estocada perfecta en la suerte de recibir (oreja y petición de la segunda). En el sexto, pinchazo y estocada. Aviso (ovación de despedida).
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