Información y Opinión Taurina de Venezuela para el Mundo, por el periodista y crítico taurino venezolano Víctor José López "EL VITO"
domingo, 26 de junio de 2011
Manzanares, puerta grande al temple en la Plaza de El Paque en León
José María Manzanares hizo en el sexto una exhibición de temple en una faena presidida por la despaciosidad y el buen gusto
J. L. HERNANZ / LEÓN
José María Manzanares hizo en el sexto una exhibición de temple en una faena presidida por la despaciosidad y el buen gusto. Toreó al ralentí, paró el reloj en muletazos eternos que encandilaron al entregado público leonés. Aprovechó la calidad del jandilla, que aún pareció mejor en sus manos. Siempre con la muleta en la cara, provocó que al toro no le quedara más remedio que embestir. Lo llevó siempre imantado en pasajes soberbios sobre ambos pitones, pero mejor aún con la zurda. Para rubricar la obra se empeñó en matar recibiendo —el toro ya tardeaba—, aunque el estoconazo cayó algo trasero. Cortó dos orejas con mucha fuerza y abandonó a hombros el coso del Parque.
Su primero fue protestado por su flojedad y mansedumbre. El alicantino se mostró porfión pero el toro resultó un marmolillo sin viaje alguno.
Morante brilló en las verónicas del recibo al primero, que resultaron sensacionales, plenas de cadencia, sentimiento y verdad. Volvió a repetirlo en el quite, pero en la muleta solo pudo dejar detalles de calidad con un descastado jandilla. El cuarto le dio más opciones y, sin embargo, el sevillano tardó más en verlo. La faena relució más en lo accesorio que en lo fundamental, pero le premiaron con una oreja por el esfuerzo en conjunto.
El Juli malogró con el descabello una faena completa ante el segundo y perdió un premio seguro. Ya en el recibo lanceó con gusto a la verónica y quitó con mucha verdad por chicuelinas. Luego realizó un trasteo largo y templado y sobresalió a izquierdas. Siempre bien colocado, provocó que al toro no le quedara más remedio que embestir. Fue el mejor del terciado encierro—con el sexto—, gracias también a que El Juli le tapó defectos. Tiró de repertorio populista a base de circulares y espaldina. Mató de un estoconazo algo caído y el fallo con el verduguillo estropeó una faena maciza. En el quinto no tuvo opción. Parado, soso y carente de toda casta, resultó imposible el lucimiento.
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