viernes, 6 de mayo de 2011

Todos queremos más

Libro del banderillero Andrés Luque Gago, quien toreó con grandes maestros como Luis Miguel, Paco Camino y Rafael de Paula, entre much... Sale ahora su libro de recuerdos, que será, sin duda, interesantísimo.



ANDRÉS AMORÓS / SEVILLA
Día 06/05/2011



Dicen algunos sevillanos que hoy es el día «treinta y cinco de abril»: así cuadran, con ingenio, la fecha de la Feria. De buena mañana hablo con mi tocayo Andrés Luque Gago: un excelente banderillero, un sevillano cabal. Toreó con grandes maestros: Luis Miguel, Rafael de Paula... Sale ahora su libro de recuerdos, que será, sin duda, interesantísimo.

En su tertulia, junto a la Plaza de San Francisco, está Julio Pérez Vito: otro excelente banderillero, otro sevillano cabal. En el libro «Las orejas y el rabo», Jean Cau cuenta una temporada con Jaime Ostos y su cuadrilla. Julio va hecho un pincel: nadie dudaría de que es un torero. Recuerda siempre un hermoso artículo que le dedicó Antonio Burgos. Andrés Luque Gago y El Vito son dos ejemplos claros de esa torería sevillana que todavía encontramos, al pasear por esta «ciudad de la gracia», como definió José María Izquierdo y recuerda ahora, en el ABC sevillano, Francisco Robles.

En abril de 1924 llegaba a Sevilla Gregorio Corrochano y escribía en ABC: «¿Qué tiene la Feria de extraordinario? Nada. La Feria es un pretexto para venir. Lo extraordinario es Sevilla».
Manejable corrida

Se despiden hoy de la Feria los tres diestros. Debuta una nueva ganadería, con sonoro nombre, Torrehandilla y Torreherberos: otro domecq. Los toros no han tenido demasiada fuerza pero han resultado muy manejables, han ofrecido oportunidades a los tres diestros para un triunfo sonado.

No estuvo a gusto El Cid el otro día con el quinto del Pilar. Hoy puede sacarse la espina con el primero, cortito, justo de todo. Desde el comienzo, el diestro está muy asentado, disfrutando con lo que hace. Ovación a Alcalareño en banderillas. Con la muleta, El Cid alarga la embestida, liga, templa, consigue naturales largos y excelentes de pecho. Una estocada pone en sus manos la oreja.

El cuarto, sobrero, se cae dos veces y se apaga, se duele en banderillas. El Cid le da distancia, conduce bien la embestida pero por la izquierda se cuela. Faena aseada, sin más.

El segundo se queda prácticamente sin picar. Brilla en el quite Luque y Cayetano le replica sin éxito. Toda la faena de Cayetano tiene una apostura de espejo, con poco mando y demasiado lejos del toro. Se ven las limitaciones técnicas del diestro que, además, no arriesga. La división surge ya durante la faena.

El quinto se llama «Arrojado», como el indultado del otro día, pero es manso, se va a chiqueros. Pasa apuros con el capote Cayetano. Espera sentado en el estribo a que se lo traigan los peones. Como no lo consiguen, va allí, tira los zapatos y encadena derechazos, más quieto que en el anterior. Hace el esfuerzo y los de sol lo agradecen pero no mata bien y la petición —a la que colabora la duquesa de Alba— es insuficiente. Da la vuelta al ruedo: al final, ha salvado algo su Feria. Pero le espera Madrid...

Luque va haciéndose con el tercero poco a poco, con naturales uno a uno. La faena es desigual; sólo al final da el paso adelante que necesitaba. Y mata muy mal: ha cogido un tranquillo malo, con la mano muy alta.

El último flaquea y huye a tablas. Lo brinda al público. Intenta sacarlo al centro sin éxito. Le planta cara en tablas, donde el toro quería (el famoso consejo de Marcial Lalanda) y allí consigue una faena ardorosa, aguantando parones, con arrimón final. Se tira a matar con decisión y logra la oreja.

Si comparamos con lo visto ayer, lo hemos pasado bien. Si tenemos en cuenta los toros que han salido, podíamos haber disfrutado mucho más. Es la vieja canción: «Todos queremos más». Esperemos que sea mañana.

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