miércoles, 3 de noviembre de 2010

EN LA INTIMIDAD DE MARACAY El dilema del toreo entre lo supefluo y lo profundo





Juan Bautista en el más correcto francés





IsraelTéllez, reverdecer de la herencia mexicana








EL VITO
Fotos GLADYS CASTILLO


Mientras en San Cristóbal se presentaba, con destacado éxito, el Congreso Tachirense de Tauromaquia, en Maracay se celebró una muy interesante e importante corrida de toros. El maestro César Rincón y nuestro fraterno Julián Parra, expusieron con deleite de los asistentes sus experiencias profesionales. Matador y periodista, fueron aclamados. Mientras, Nilson Guerra y Kike Rosales desnudaban un poco la terrible realidad venezolana.
En Maracay, evento al que asistimos y disfrutamos del placer de ver toros en la Maestranza, reencuentro con la intimidad del toreo, gozamos en descubrir caras y mensajes frescos en la fiesta de los toros.
En primer término el gusto de volver a ver toros criados por Euclides Sánchez, uno de los muy pocos ganaderos nacionales a quien le importa la presencia de sus toros. No eran los de Laguna Blanca toros para Bilbao, pero sí satisfizo su presentación la mínima exigencia de dignidad que reclamamos los aficionados, y que los ganaderos y empresarios de la fiesta en Venezuela ponen en la cuneta del camino que se ha trazado la temporada.
En lo referente a los toreros, además de muy encomiable esfuerzo de Luis de Aragua, casi sesenta temporadas en la vida, queremos referirnos a lo descubierto –tarde de descubrimientos, no cabe duda- en las expresiones del francés Juan Bautista y del guanajuatense Israel Téllez. Dos toreros, de profundas distancias en su mensaje, aunque ambos de intachable corrección.
El torero de la milenaria Arles, Juan Bautista, es un torero de corrección técnica muy andaluza. No tiene aún referentes franceses como para abrazar una escuela. Tanto en la forma de cómo toma el percal para el lance, o maneja la muleta en los pases, es de expresión “pepeluisista”. Hablamos de la herencia del maestro de San Bernardo, Pepe Luis Vázquez. Capote con la bamba peinando la arena, sin ruidos y con templados remates, y muleta suspendida, llevando al toro a media altura y codilleando con más sentido estético que de involuntaria defensa. Sabe entrar a matar, conecta con la grada y cae bien.
Israel Téllez es distinto. Trae en su expresión la herencia de Balderas y de los hermanos Briones, el toreo de Garza y Armillita que interpretara Silverio y que fue personalizado por Manolo Martínez. Es Téllez México en la arena, por ello grato reencuentro en Maracay.
Bautista es toreo casi levitado, al llevar a media altura capote y muleta, Téllez es la profundidad al arrastrar las telas por la arena, llevando los toros templados en trazos prolongados. Tiene un cañón en la espada, y provoca cataclismos en los tendidos.
Son dos expresiones, descubiertas en la intimidad de una corrida de toros en la Maestranza del Calicanto en Maracay

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