última de la Feria de Madrid
Julián López "El Juli"
(Foto: Mundotoro.com)
CARLOS RUIZ VILLASUSO
Sospecho que hoy este presidente presidió a su favor. “Hoy presido para mí y mar… el último”, se dijo.
Es una deducción casi policial: como la cosa viene calentita porque la feria ha sido una debacle y ya han sospechado de que hemos aprobado toros que no servían y que hemos dado orejas que eran de chiste para animar el abono, y como ya se sospecha que entre nosotros, Comunidad y empresa hay roce, y el roce hace hace el cariño, hoy voy a presidir para mí. Y de paso, para el roce.
A ver. Hoy la cosa va contra El Juli. Pues si los que meten bulla, piden dimisiones, arman alboroto y se meten con la Comunidad y la empresa, van contra El Juli, pues me pongo al lado de ellos y aquí paz y después gloria. Me salvo y salvo el roce. Que ahora viene la temporada, ya no vienen a la plaza ni detenidos por la policía, que soy yo, y el tiempo lo borra todo.
Eso se llama presidir a la carta. En Madrid se preside a la carta. Hoy, el presidente presidió a su favor y se pasó el Reglamento por el Foro, por la Cibeles y por La Almudena. Y que reclamen al maestro Armero.
Las cañerías de Madrid, los entrebastidores, son puro teatro desconocido para el público. Puede que allí no esté el truco, porque estaríamos hablando del entrebastidor de un fraude, pero allí está la causa. La de esta tarde y otras. Cada corrida tiene unos entrebastidores y una forma de dirigirla y destriparla. Con la corrida de El Ventorrillo, avalada por el salvoconducto de su impecable presencia, buena moza, bien comida, de pitones serios y mostrando la cara, no era de protesta ni en los entrebastidores, la cosa era contra la figura. Blanco y en botella y fácil. El historial de negativa de orejas a El Juli y a otras figuras en esta plaza. Otros días los entrebastidores dirigen la mirada favorable a un torero modesto cuyo triunfo tiene el aval de los mismos que desavalan a las figuras. Y se sospecha, tirando de historial, que a los que gritan se les callan los gritos presidiendo a la carta. Es la mejor forma de congraciarse con un sector mientras que el interés general, el del público, se ve lesionado. Porque éstos ni gritan ni piden dimisiones ni se dedican a estar en los entrebastidores.
Que así sin las cosas las ve hasta Pepe Leche. Y que aquí no se pude reclamar ni al maestro Armero, otra cuestión evidente. Evidencias que avalan la sospecha de que, por unas razones u otras, en Madrid el criterio es a la carta en toros y en toreros. La carta de hoy era la baja de Tomás y la suplencia de El Juli, madrileño que quieren más en Sevilla que en Madrid, sólo que es Sevilla los entrebastidores tienen más focos, hay más luz.
La corrida de El Ventorrillo, con un toro corto de cuello, el primero, y alguno con exceso de romana, fue guapa por remate y seria por bien armada. Y con hechuras. Hubo un lote malo, el de El Juli, siendo peor el quinto.
Manso y desclasado el primero pero de calidad el cuarto, lote de Manolo Sánchez. El tercero con fuerza, movilidad y buen toro, enlotado con otro de exigente inicio y final de los pases, pero con opciones, lote de Talavante.
Los tres toreros cumplieron con la carta del guión. Una nueva faena de torero lúcido y capaz de El Juli, una con altibajos de Talavante a un buen toro y otra con un torero compuesto y un final deslucido de Manolo Sánchez.
La de El Juli la vio hasta el gato de escayola, pero daba igual. Echó el toro las manos por delante de salida, blandeó y se deslizó (el piso estaba en situación precaria) y lo sacó en segundos a los medios. Se fue el toro al caballo de la puerta por esa manía del palco de sacar el pañuelo con el toro suelto por la plaza. Un puyazo y otro de señalar en el segundo encuentro. Pasó el toro en banderillas tirando derrotes una y otra vez y El Juli, le inició faena tratando de prolongar la embestida, y al tiempo, bajarle los humos. Y pronto afuera. Distancia (una vez se quedó encima y el toro era muy violento), con el toro viniendo sin entrega, la cara suelta, y tirando derrotes desde el embroque. Eso por el derecho, porque por el izquierdo la quería tropezar con el pitón contrario y la cara por arriba. Una y otra vez, con firmeza y convicción, construyó el toreo una faena reconocida por la gran mayoría, sólida, firme, ligada, inteligente, sin apenas un tropiezo, y lo mató de estocada. Y a pesar de la petición absolutamente mayoritaria, el presidente dijo no después de que el toro, oh milagro, despareciera con la inverosímil eficacia de la velocidad del tiro de mulillas.
Hubo otra faena a un toro mejor de largo, la de Talavante al tercero. Enrazado y fuerte. Después de un inicio por estatuarios, trincherazo, cambio de mano y el de pecho ligados, se la puso con la derecha. No se sintió cómodo pues no lograba prolongar los muletazos.
Con la izquierda, ayudándose con la espada, la faena tomó calor y color, toreando por abajo, intentando ligar primero y luego citando de frente, de uno en uno, manteniendo el interés, pero son cimas y simas y un lamentable fallo con el descabello. Aún anotamos el interés de un toro de calidad, suave, de vuelos y torear por abajo aunque no durase. Fue bravo en el caballo y de claridad.
Manolo Sánchez compuso bonito en dos tandas con la derecha, acompañando. Con la izquierda se vio la profundidad del toro en dos pases largos y hondos, pero nada más. Con la espada, muy desacertado. Como había estado con el primero, toro bruto y deslucido.
De los dos que restan, uno, el sexto, era para hacer un esfuerzo pues había que esperarle en el cite y al final tratar de que no enganchara. Talavante tampoco tuvo mucha fe.
Ni El Juli con el peor de la tarde, el quinto. Queda por saber si habría hecho el esfuerzo con una oreja en la mano media Puerta Grande abierta. Pero eso no viene en la carta.
Fuente: Mundotoro.com
Reseña del frestejo:
Plaza de toros de Las Ventas. Corrida extraordinaria. Más de tres cuartos de entrada. Seis toros de El Ventorrillo, de distinto juego. Buenos tercero y cuarto, aplaudidos en el arrastre.
Manolo Sánchez, pitos y silencio,
El Juli, ovación tras peticion y bronca al Palco, y silencio;
Alejandro Talavante, vuelta al ruedo y silencio.
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