miércoles, 13 de diciembre de 2017

LA CRÓNICA DE EL VITO ¿Quién manda en la Fiesta de los Toros?





Por EL VITO

Pregunta que nos hacemos porque a través de los años ha sido una cuestión polémica la de saber quien en es “el mandón” de la Fiesta.” 
Vale decir que José Tomás, por imponerse en la Corrida de la Guadalupana.  Desbarató el orden de antigüedad de sus compañeros de cartel y echó de la plaza al periodismo taurino y a la todopoderosa televisión mexicana.
¿Había ocurrido algo parecido anteriormente?
Ni a Gallito ni a Belmonte se le habrían ocurrido semejantes imposiciones. Mucho menos hacer lo que ha hizo Tomás y hacerlo en otro país, un país tan nacionalista como México, que presume de exigir respeto a su auto determinación como nación .
Al desconocer la letra del Reglamento por razones inconfesables; por el puro gusto de satisfacer las exigencias de un torero,  es un reconocimiento tácito a éste. Es ponerle en el fundón de espadas el poder del bastón de mando.
Mandones los hubo. No cabe duda. Uno fue Rafael Guerra “Guerrita”,  que impuso protocolos en la fiesta. Hasta que llegó  don Luis Mazzantini que por sus huevos se impuso a la tradición y voluntad de los ganaderos, que ordenaban cómo debían de lidiarse sus toros.
 Don Luis  enfrentó al Califa con determinación y lógica e impuso el sorteo de los toros. Además logró incrementos en los honoraros de los matadores y, aunque usted no lo crea, esa acción de este guipuzcoano, hijo de italiano y de vasca, fue respetado y agradecido por dos leyendas sobre quienes en un momento dado fueron columnas sobre las que se sostuvo el toreo: Frascuelo y Lagartijo.
Mazzantini alternó con Salvador y Rafael los últimos años de su vida y fue respetado por  Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”, que públicamente lo exaltó “por atreverse”.
Y atreverse es importante en la fiesta de los toros.
En Venezuela, donde vivimos una época  yerma en el toreo, donde por razones inexplicables y hasta milagrosas han surgido de la chistera de algún mago maravilloso dos toreros. Lo han hecho como crecen las flores en el desierto de Atacama: abonadas con el misterio de los milagros de la creación.
Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo, cada uno en años diferentes lideró el  escalafón de novilleros en Francia y en España. Y ambos vivieron la satisfacción de triunfar en Madrid y en Nimes, y hasta en México saltó Colombo para cortar una oreja en la temporada azteca.
Fíjese usted, amable y paciente lector por donde salta la liebre. Tras haberle puesto todas  las vallas imaginables oponiéndose en el camino a las empresas, para organizar lo que a gritos pide la afición, que no es otra que un mano a mano entre estos dos jóvenes diestros que sin haber toreado como matadores de toros han dividido con partidarios histéricos su histórico reciente palmarés. Se pensó, y se dijo públicamente,  en imponer un cartel de estructura extraterrestre: dos rejoneadores, y el debut de un torero como Colombo al que se espera con desespero.
Motivos. Les confieso no atreverme expresar lo que oí, por vergüenza.
Es otra forma de mandar en la fiesta: inmiscuirse.
¿Hay o no libertad de empresa en Venezuela? … ¿O hay que seguir el dictado que dicta la modulación en el pentagrama de los intereses de un empresarios al que hay que someter el interés de la nación hambrienta y desamparada que vive a la espera de sus toreros?
¿Quién manda en la fiesta?



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