sábado, 19 de noviembre de 2011

ALGO HUELE MAL EN VALENCIA, una forma más directa de cómo acabar con la fiesta de los toros

EL VITO

Más desafortunada no pudo ser el regreso del histórico festejo de la Corrida de la Prensa a Valencia, ya que el festejo de anoche en la Monumental del Palotal sirvió de mascarón de proa para recibir los envites de la pitarería de una organización empresarial desenmascarada con la muerte del mesenas Paco Cabrera.

Ya no se ocultan las situaciones contables que pudieron esconderse en el pasado, y con lo primero que nos encontramos es con una situación de reclamo por parte de la Unión de Toreros de España que le exige a Paco Dorado y a su socio Miguel Dao el honrar sus obligaciones por la suma de medio millón de dólares no cancelados a varios de sus afiliados.

La unión de toreos solicitó de su par venezolana, la Asociación de Matadores de Toros y de Novillos, respaldo gremial. Lo que ha hecho el grupo venezolano, pero que a la vez ha aprovechado para imponer algunas reivindicaciones que ha reclamado sin fortuna.

Todo esto para decirles que aunque A LOS TOROS informó de esta situaci;on hace más de un mes, haciéndose eco de una carta pública que envió el abogado representante de los toreros afectados, nada se hizo al respecto por parte de la mencionada sociedad empresarial o de la autoridad taurina de Valencia, la Comisión Taurina Municipal. Así que ayer nos encontramos con muchas y muy cruzadas informaciones, como la caida del cartel de Curro Díaz, alegando causa médica, su sustitución por el mexicano Joselito Adame, que luego prefiere hacer causa común con sus colegas de España, el anuncio -m;as bien rumor- que sería César Girón el sustituto y a los postres de este berenjenal se habló que sería el neogranadino Sebastián Vargas el hombre para el cartel de la Corrida de la Prensa. Lamentable todo, porque al final todo quedaría en un mano a mano con Finito de Córdoba y José Antonio Valencia.

Este penoso sainete, con el que se intentó convertir en corrida de toros una vergonzosa anécdota, se inició con casi una hora de retardo. El paseíllo se hizo sin sobresalientes de espadas, y con un banderillero colombiano en las filas de los subalternos. Torero impuesto y sin visa de trabajo. La pequeña corrida, de dudosa romana, fue picada por un solo picador mientras toda la cuadrilla observaba escondida tras los burladeros de la plaza siendo los matadores, José Antonio Valencia y Finito de Córdoba los encargados de parar, colocar y quitar los toros ...Una pena, no cabe duda, que haya sido por trascorrales el regreso de la Corrida de la Prensa a la Monumental, porque en Valencia, amables lectores, muchas cosas huelen muy mal, tal y como advertía Sahkespeare en Dinamarca; pero aquí no hay Hamlet. ¡Por ahora!

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