César Faraco, el orgullo de ser venezolano
El Cóndor de los Andes conmemora hoy el aniversario de su doctorado en la Monumental de Madrid, de manos de Antonio Bienvenida y con el testimonio de Manolo Vásquez y toros de Carlos Núñez
VÍCTOR JOSÉ LOPEZ “EL VITO”
Se había ganado el puesto en la Feria de San Isidro por un triunfo muy importante como novillero, que redondeó en la propia plaza de Las Ventas a pesar de la oposición de los incrédulos. César Faraco había salido a hombros “hasta Manuel Becerra”, como referían los aficionados de la capital de España, cuando los triunfos de los toreros trascendían lo cotidiano.
Hasta más allá de la Puerta Grande y de la Calle de Alcalá, se llevaron a hombros al novillero venezolano con el que Manuel Mejías Rapela, “Bienvenida” se atrevió a apostarlo todo.
Había quedado César Faraco sólo y desamparado en Madrid, porque su apoderado, un truhán, le había robado hasta la última peseta que el muchacho había reunido con los sudores de su madre, “para que se hiciera torero en España”. Gracias a Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”, figura de la fiesta americana en España, que se enteró por los corrillos de la terrible situación que vivía el novillero de Lagunillas, los miembros de la familia Bienvenida se encargaron del torero abandonado.
“Diamante Negro” ya gozaba de mucho y muy bien ganado cartel, y era persona influyente en los círculos taurinos. Su amistad con Antonio Bienvenida, ayudó mucho a que Faraco llegara hasta la casa de don Manuel, el patriarca de la zaga extremeña al que el toreo conocía como El Papa Negro.
Papa Negro, como el de los Jesuitas, ya que el sevillano “Bombita” había sido elevado a “Pontífice” del toreo por sus incondicionales. Bienvenida confió sin reparos, y desde el primer día, en César a pesar que Faraco estuvo muy mal en el tentadero donde Bienvenida debía examinar al joven espada venezolano.
“El Papa Negro”, por su inteligencia y el mundo que llevaba a cuestas, descubrió malas intenciones, en contra de Faraco, en el tentadero y al ver la mala jugada se animó a darlo todo el venezolano. Y lo dio todo, pues lo impuso el 4 de abril de 1954 en una novillada de Las Ventas para que César Faraco escribiera una de las páginas más gloriosas que jamás haya escrito un torero venezolano en Madrid. Aquel toro, pues era un toro que a la canal pesó 293 kilos le cortó las orejas tras realizar una faena sustentada con templados naturales y coronada con una soberbia estocada. Salió Faraco a hombros, parecía que volaba y en realidad se remontaba en la historia. Esta escena del triunfador provocó impresiones muy favorables, y la crítica desde ese día le llamó “Cóndor de los Andes”.
Los toros eran de la ganadería de Don Francisco Jiménez y César Faraco le cortó una oreja a cada uno. Alternó con Juanito Bienvenida y Manuel del Pozo “Rayito”, y saliendo de la plaza don Manuel Mejías Bienvenida “El Papa Negro” reclamaba a los incrédulos la confianza que había depositado en el torero de Mérida
Fue un taco, como dicen los taurinos, y Bienvenida le firmó la Feria de San Isidro de 1955 para tomar la alternativa. Hecho que ocurrió un día como hoy con el cartel de Antonio Bienvenida en presencia de Manolo Vásquez con toros de Carlos Núñez, pasando a la historia como el primer torero americano, que haya tomado la alternativa en la Monumental de Las Ventas de Madrid en el abono de la Feria de San Isidro. Faraco, en el primero de sus toros, el del doctorado, fue ovacionado y hubo petición de oreja, y a pesar de haber sido el toro un manso apencado en tablas, César dio la vuelta al ruedo. De tanto arrimarse sufrió un puntazo. Con el sexto de la tarde Faraco fue ovacionado y saludó desde el tercio de matadores en el otro. La única oreja de la tarde la cortó Manolo Vásquez.
Hoy, cuando Madrid festeja su abono de San Isidro, recordamos a este maestro que como profesional cruzó con valor, torería y personalidad el camino que el destino le encomendó y que nos ha hecho sentir orgullosos de ser venezolanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario