martes, 11 de agosto de 2020

SILVERIO PÉREZ UN TORERO DE SENTIMIENTO QUE LLEVABA EL PESO DE SENTIR por Víctor José López EL VITO


“Qué tal mi tormento”, y Silverio respondía  “Pos quiubo mi monstruo” 

Porque no es sorpresa morir a los noventa años, no me sorprendió la muerte de Silverio. Me agarró fuera de lugar. No cabe duda que Silverio, a secas Silverio, ha sido el torero más popular a través del tiempo.

Un Viernes Santo, estando de visita en su finca Silvita, en Pentecostés, pueblo vecino a Toluca y a Texcoco, Silverio me contó lo del pasodoble que lleva su nombre, que se convirtió en el himno taurino americano que había sido un detalle de Agustín Lara.

 

-      Fue un detalle que aquella noche el Músico Poeta reunió un grupo de amigos en su casa para corresponder a un brindis. Un brindis que le hice, contaba Silverio, en El Toreo.

-      Rompiendo la unidad del grupo, Agustín se fue hasta donde estaba un inmenso y legendario piano de cola, su piano. 

-      Se sienta el maestro Agustín y ataca el teclado con un acorde en falso y después, con el acorde que en el tiempo convertiría en el pasodoble más famoso del toreo.

-       ¿Qué les parece? Lara instrumentó los primeros acordes de “Silverio”.

 

La inspiración  le vino al compositor durante la histórica faena a Tanguito de Pastejé, la tarde de la alternativa del recordado Antonio Velásquez cuando Armillita inmortalizó a Clarinero.


Monarca del trincherazo

 

Pieza que el pueblo latinoamericano convirtió en himno del toreo, en las voces privilegiadas como la de nuestro gran Alfredo Sadel o el famoso Javier Solís,  y Juan Legido, Néstor Chaires, Pedro Vargas, Ana Gabriel, entre sus mejores intérpretes. Llegando al extremo que llegó en La Habana, cuando se  contrató a Silverio para torear en el Estadio del Cerro,  luego de sufrir la terrible cornada de Zapatero, un toro asesino de La Punta. Los cubanos contrataron al Faraón de Texcoco  más que por su trincherazo por aquello de “tormento de las mujeres”. Silverio se rapó el coco con la máquina cero, quiso quitarse de los toros. No pudo y claudicó,  y él, que no era muy agraciado lucía terrible completamente calvo. Al bajar del avión las cubanas que fueron a recibirlo en el  aeropuerto de Rancho Boyero al ver “al tormento” bajar del avión, dijeron: -Es un tormento, ¡por lo que asusta!

Con el tiempo, Silverio y Manolete, a quien el gran periodista Ricardo García K-Hito, director del semanario Dígame bautizó como “Monstruo”, le bautizaba con un “Qué tal mi tormento”, y Silverio respondía  “Pos quiubo mi monstruo”. Se carcajeaban de tanta ocurrencia. Después que Manolete debutó en México, luego de refrendar la alternativa en El Toreo, programaron un mano a mano en la Plaza México. El cartel arrastró pasiones y las peñas del Jitomatero y La Porra le gritaban al gachupín, es decir a Manolete todos los improperios imaginables defendiendo al compadre.

Rompiendo el protocolo, Silverio Pérez,  antes del paseíllo, se acercó a la barrera del tendido de sol donde se encontraban estas barras antagónicas, y les dijo:

 

-       “No sean pendejos y no me lo enojen”, refiriéndose a que si se enojaba Manolete el repaso que le pegaría el cordobés sería histórico.

-       

Fue la tarde de Barba Azul de Torrecilla, el 16 de febrero de 1946 cuando Silverio Pérez cortó el primer rabo en la sexagenaria arena monumental.

No fue Silverio un torero de batalla, fue un torero puro sentimiento, que como dijera el gran Fernando Pessoa “llevaba el peso de sentir”. Sintió el toreo, la fiesta y a su propio México, como no lo ha sentido otro artista en la historia. Al extremo de convertirse en referencia. Su breve paso por el toreo ha sido motivo de extensos estudios por parte de los eruditos, quienes en la búsqueda del ángel y su genio, disertan desde su estilo barroco y ortodoxo su figura.

En una oportunidad, contaba Miguel Said, mozo de espadas del maestro Fermín Espinosa “Armillita”, padrino y protector de Silverio Pérez, enconado rival de Lorenzo Garza el Ave de las Tempestades, tan beligerante su confrontación que provocaba auténticas batallas en los tendidos en El Toreo y en la Plaza México. Contaba Said que estos extremos provocaron que los silveristas, neutrales en estas batallas entre aficionados se identificaran con un lazo de color solferino en la solapa de sus chaquetas cuando iban a la plaza “para que no los confundieran como garcistas o armillistas.

Silverio vino por última vez a Venezuela invitado por el ganadero de Los Aránguez,  Alberto Ramírez Avendaño y los hermanos Riera Zubillaga, Alejandro, Raúl, Monchito e Idelfonso Riera ganaderos de Los Aránguez para un festival en Carora. Lo hizo junto a su muy querido amigo, el gran aficionado Joel Marín para participar en un festival con motivo de la feria caroreña en fiestas de San Juan.

Aquella visita fue un gran acontecimiento en la histórica ciudad. Camionetas con megáfonos por las calles, ampificadores por los que sonaba el pasodoble de Agustín Lara anunciando el cartel de Silverio Pérez, Eduardo Antich, Rafael Girón, Joselito López, Carlos Martínez y Luis de Aragua.

Reuniones de notables y destacadas personalidades en el viejo local del Club Torres, casas de familia convertidas en hospedaje, fondas y restaurantes desabastecidas. Se formó la marimorena, como calificó en su famoso chotis Agustín Lara al barullo, al cúmulo de emociones. Fue la noche de Joel Marín, aficionado de postín y amigo fraternal del Faraón de Texcoco, quien contó andanzas y aventuras del ídolo, acompañado en la guitarra por el propio Silverio Pérez rasgando las cuerdas muy a la mexicana.

Al día siguiente, ya en Caracas, Joel Marín comentaba que “entre toreros y seres humanos hay dos clases de desiguales, los que a veces pueden y los que pudiendo a veces no quieren”.

Silverio, el compadre fue de estos últimos de los que pudiendo a veces quieren. Una leyenda del arte taurino y un torero que le dio al toreo una dimensión mexicana, remontando alturas políticas probando que un hombre del pueblo puede llevar a los puestos públicos la capacidad, la honradez y la sabiduría. Fue Silverio Pérez dos veces diputado federal y tres períodos alcalde de Texcoco.

2 comentarios:

  1. Bellisimo y muy agradecidos siempre. Fam Silverio Perez.

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  2. Hermoso artículo, sin duda un gran torero y ser humano. Saludos a nuestros hermanos venezolanos.

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