Eduardo Soto Álvarez en el tendido de la Monumental Plaza de Toros de Mérida, rodeado por tres miembros de la dinastía taurina de los Hermanos Rodríguez Jáuregui, Augusto, Otto y José Luis |
Escritor ilustre, aficionado enterado, no dudo haya sido el más destacado de todos en la serrana cordillera andina venezolana. Ha muerto el muy admirado Eduardo Soto Álvarez, que como insigne tovarense recurrió a la Fiesta de los Toros como un detente religioso con el que evitaba la angustia provocada por la destrucción de su querida Venezuela.
Fue para él la Nación, lo más importante; y fueron los toros su vínculo permanente con los venezolanos a quienes como diplomático representó en los cinco continentes con brillantez, inteligencia y sensatez logrando destacar la patria sobre todas las injusticias que allende nuestros límites ha sido históricamente víctima de la insensatez de nuestros gobernantes.
El Embajador Soto Álvarez fue por más de 40 años representante muy destacado de la cancillería venezolana, desde sus días de estudiante universitario en la Escuela de Estudios Internacionales hasta el 2005.
Nos cuenta en propio Soto Álvarez que inició su faena en las arenas de la Política Exterior siendo obediente al mandato de la digna vocación del patriota:
-“Fueron cuatro décadas, que culminaron en 2005, en su mayor parte enriquecedoras, con compañeros de trabajo de nivel, Embajadores de calidad (salvo al final de la etapa ginebrina) y Cancilleres de fuste, característica que desapareció, para dar lugar al desastre de los últimos años.
Con frecuencia, he tenido que criticar la Casa Amarilla, pero la institución es más víctima que victimario. Ha sido desmantelada y profanada por adictos al régimen, sedientos de divisas, sin la formación requerida, sin la mística de servicio y, muchas veces, sin la ética necesaria para ejercer el oficio, lo cual constituye la peor combinación que pueda tener cualquier Cancillería del mundo.
-Una situación de esta naturaleza, ha producido un estado de indefensión diplomática, que a su vez ha propiciado el tutelaje cubano, el cual, lógicamente, defiende los intereses de la isla, en vez del interés de los venezolanos.
-Un país que presenta este tipo de falencia estructural, es presa fácil en el forcejeo característico de las relaciones internacionales, máxime al tratarse de uno como el nuestro, con envidiable dotación de recursos naturales, una ubicación geográfica estratégica en el hemisferio y un régimen dispuesto a cualquier cosa, con tal de mantenerse en el poder.
-Este es, a grandes rasgos, el drama venezolano en materia de política exterior, el cual, por supuesto, no puede abstraerse de la debacle que aflige la patria entera.
Quiera Dios que, con el esfuerzo de todos, podamos recuperar, más temprano que tarde, el lustre tradicional de nuestra Casa Amarilla.
Como erudito escritor taurino fue un defensor de la causa de la fiesta de los toros en Venezuela, del criador venezolano y del matador de toros.
Paz a sus restos a este insigne tovarense.
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