lunes, 15 de abril de 2019

COLOMBO ESPERA Y LOS NOVILLEROS ASPIRAN por EL VITO


JOSÉ PIRELA, DEL VALLE DEL MOCOTIÉS HASTA LA SIERRA DE COLMENAR
  
Víctor José López
EL VITO

Aunque muy activo Colombo, en tentaderos y en permanente preparación para el compromiso que se presente, el ayuno de contratos para el torero de Táriba nos preocupa. 
Atolondra la aparente incapacidad de su apoderado, Ruiz Palomares. Hijo del apoderado del maestro Ponce,  quien no resuelve a pesar del brillante palmarés de Jesús Enrique en su etapa de novillero. Apoderado que no ha sido capaz de firmar un par de contratos, ni siquiera un festival. 
Como dicen los antiguos, “Una cosa es con guitarra y otra con bandola”, más aún cuando Venezuela dejó de ser plaza atractiva para los buscadores de dinero en el toreo.

Mientras esperamos, sin atormentarnos y sí adoloridos por la desaparición de dos grandes amigos, el aficionado y ganadero Tobías Uribe y el barbero y aficionado Orlando Rojas, revisamos el correo lleno de esperanzadoras informaciones de nuestros muchachos en Madrid.  Son varios los venezolanos, la mayoría andinos, los que apuntan destacar esta temporada. Al parecer Caracas, Valencia y Maracay, otrora plazas rectoras de la tauromaquia nacional han dado pasos de costado y fuera de una que otra reunión de aficionados poco es lo que nutre la actividad taurina.

Ilusiona Antonio Suárez, que en San Cristóbal alcanzó el grado de matador de toros y sus  seguidores, muchos que le admiran esperan que Antonio recupere el tiempo y ocupe el sitio que por excelencia de su toreo le pertenece.

EL TÁRIBA, AHORA DE FRENTE Y CON LOS PAPELES EN REGLA


Un caso importante es el de El Táriba, el de Antonio Gil “El Táriba” sobrino de aquel Táriba que en el Nuevo Circo escribió sus propias páginas en los capítulos de la era de las novilladas de Gregorio Quijano San Miguel. El Táriba, un perfecto indocumentado que fue arreglándolo todo con la espada y la muleta gracias al apoyo, entre otros, del gran amigo de los venezolanos en España, don Juan Lamarca López. Son para Antonio las mejores referencias por parte de los más exigentes. 

José Pirela es un nombre que viene tallándose en las piedras de la sierra colmenareña,  con vigorosa calma con el cincel del aprendizaje del maestro Carlos Aragón. Un emeritense que en la Escuela de Colmenar Viejo, la que dirige Cancela, tendrá este año las oportunidades de confirmar la excelencia de su toreo, la impresión de su arte, consolidado por aquellos parajes donde se sembraron las raíces del toreo de profunda personalidad y que por más de un siglo distingue a la Castilla torera. La de los ganaderos y figuras del torero castellanos, de los que ha bebido este andino serrano pagando con su sacrificio la bendita dedicación de su maestro, nuestro amigo Carlos Aragón Cancela.

De ninguna manera olvidar los nombres de los descendientes de los matadores de toros de El Morro valenciano, los líderes de la dinastía de Los Valencia: Bernardo y José Antonio. Adalides del toreo con pasta y temperamento de figuras nacionales, sembradores de ilusiones y de pasiones. 
Nos referimos a los novilleros Bernardo, César y José Antonio, hijos, sobrinos y nietos de Bernardo, José Antonio, César y Juanito que supieron responder a las exigencias de aquella época de competencia izando los colores de lo carabobeño en el toreo, bandera por su historial muy importante en Venezuela.  

Es injusta la omisión de los nombres de los toreros venezolanos que hacen campaña en la temporada del generoso Perú por plazas de la sierra andina. Omisión que ocurre por ignorancia, falta de información y de comunicación por parte de toreros y representantes; pero, conscientes de que hay muchos, esperamos enmendar en entuerto y comunicarnos con los paisanos que le echan un par de bolas por aquellos lejanos parajes, arropados con la grandeza de la afición del muy querido Perú.

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