sábado, 20 de octubre de 2018

LA MEJOR DEFENSA ES EL TORO Rosario Pérez

II Congreso Internacional de Tauromaquia.

Joaquín Moeckel: «La mejor defensa de la Fiesta no es la jurídica, sino la de la afición, la pureza y el toro»




Preguntas y respuestas, cuestiones y reflexiones. De todo hubo en la brillante conferencia del letrado Joaquín Moeckel, que acaparó la atención de todos los asistentes al II Congreso Internacional de Tauromaquia. 
El abogado disparó (y respondió) preguntas como estas para abrir boca en Murcia:
«¿Es deseable que las Comunidades regulen? Sí, porque eso indica que los toros toros importan. ¿Es conveniente? Unas veces sí y otras no: depende en qué Comunidad, su proximidad... Dos reglamentos distintos en el pueblo de Extremadura que choca con el de Andalucía es un poco ridículo». No faltaron las cuestiones del querer (a la Fiesta): «Si abogas porque haya un reglamento taurino pero por otra aprietas para impedir la celebración.... Eso es un "me queréis con la boca pero no con el corazón"».
Moeckel fue más allá y ahondó en el «choque frontal de difícil solución entre las normativas de la Unión Europea que hablan de libertad de empresa, mientras en España tenemos un exceso normativo».
Y siguió con preguntas de esta guisa, con la gente sin pestañear:
¿Se puede regular el arte? ¿Alguien se imagina a un comisario diciendo en una ópera si se ha desafinado o no? ¿Por qué ese exceso de celo taurino?
¿Hasta qué punto podemos llegar a la autorregularización? ¿Por qué el fútbol se puede autorregular y los toros no? ¿Puede ser el indicio de que podamos copiar cosas de nuestra muy amada Francia?
¿Es necesario que un grupo de tres o cuatro veterinarios para ver un toro mientras que solo hay un médico para antender a una población flotante?
¿Nos están llevando a un animalsimo en el que se trata mejor a los animales que a las personas? Una vez leí un acta veterinaria que decía que el toro estaba triste. Y yo dije: pues se le habrá muerto la madre...
Y tras las preguntas lanzó mensajes en corto y por derecho, a modo de mandamientos para quienes los quiera oír y aplicar:
-Debemos expulsar el exceso de normativa taurina. 
-Por encima de la ley, está el arte, que no puede regularse milimétricamente.
-Un exceso de normativas taurinas choca frontalmente con la normativa europea de libertad de empresa.
-Ni se pueden poner los toros por decreto ni se pueden quitar por decreto. 
-No es cuestión de todos. Es cuestión de toros.
-Me parecen fenomenal las manifestaciones antitaurinas siempre que no insulten y sean desde el respeto. Ello ejercen su libertad y yo la mía de ir a los toros.
-El ataque no son las personas que nos increpan, el ataque animalista es mucho más sibilino y organizado.
-El Tribunal Constitucional dio pistas al colectivo antitaurino de cómo atacar a la Fiesta. No había nada que celebrar.-
-Los animales no tienen derechos, porque no son sujetos de obligaciones. Yo tengo derechos porque tengo obligaciones.
-El discurso del bienestar animal no lo compro: he visto personas que hablan a los animales y les preguntan si tienen hambre, si están solitos... Y a 20 metros han visto a un mendigo entre cartones y ni le han mirado. No compro ese discurso de supremacía moral. -
Moeckel también puso una especie de «basta» a distintas defensas manidas de la Fiesta. «Hay que cambiar el discurso, ese de que somos muchos y de que damos muchos puestos de trabajo, de que los toreros se juegan la vida. Todo eso es muy rancio. No tengo que justificar que me gusta la Fiesta. La única ley que protege la Fiesta es la afición, la pureza y el toro en la plaza». Y un zasca: «La mejor defensa no es la jurídica, sino la calidad del espectáculo». También, entre las caras de sorpresa, comentó un polémico tema: ¿Por qué un novel no puede abrir cartel y evitar eso de "da la alternativa para no abrir?

Moeckel abogó por cambiar la mentalidad, el discurso y tanta justificación frente a los antis. «Pierdan los complejos». Y remató: «El toro es la cuna de la libertad entre las libertades. Si yo fuera un dictador aboliría todas las corrdias, como no lo soy, no me pierdo ni una». A lo Pérez de Ayala. Un abogado del siglo XXI para la Fiesta del siglo XXI.

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