Jesús
Ramírez "El Tato"
Lustrosos
desde pequeños, presumen de bravos los toros de "San Antonio".
Edgar Bravo el ganadero de reses de lidia mas joven de América, ya tiene en su
poder un tesoro repleto de experiencias y anécdotas en torno al toro bravo, y
con ambas manos puestas sobre el ganado y los ojos mas allá, en un prometedor
pero a veces incierto futuro donde pareciera que todo esta por hacerse a través
de la ilusión, algunas veces satisfecha, pero siempre arraigada al esfuerzo y
el trabajo constante.
El
achinado ganadero tras las experiencias de las ferias de San Cristóbal y
Mérida, sigue plasmando con toda nitidez en su mente, no comulgar con errores,
sacar brillo a las impurezas y asirse a las leyes no escritas de los criadores
de reses de lidia en un país en caos económico y social.
Edgar
Bravo, otrora novillero, tiene sus propias ideas y está consciente que es mucho
lo que tiene que aprender y agradecer. Lo importante son las esperanzas
que aficionados, toreros, empresarios y prensa, han depositado en "San
Antonio" con animales cuajados e imponentes, gracias al trabajo callado y
poco reconocido de un joven y entusiasta ganadero, ahora mas sumido en la
selección y depuración, para definir tipo con el predominio de buenas hechuras
y bravura.
El libro
de la joven ganadería no es un tomo cerrado que duerme en un viejo mesón de
madera en medio de cabezas de toros disecadas, es un libro abierto que vive en
la cabeza del ganadero, cargado de incógnitas y certezas, unas veces iluminado
por sorpresas y otras por inesperadas decepciones.
Es la
vida secreta del criador de reses bravas, que ya está montado e ilusionado con
la divisa naranja y azul con las dos corridas para el 2019 y unas 3 para el
2020, sin apuros, ligando la regularidad en los triunfos, con presencia, mucha reflexión,
siguiendo el camino de la bravura que no se mide en años ni por camadas, sino
toro por toro en las arenas de las plazas.
Lo bueno
de "San Antonio" en las recientes ferias de San Sebastian y El Sol,
fue que dio mayor grado de confianza a los toreros y los obligo a mantenerse
expectantes durante el desarrollo de la lidia, sin molestar, y con la virtud de
embestir despacio y transmitiendo emoción, sin aburrir y sin parones, sin
miradas al bulto ni desarrollar sentido.
Ahora a
internarse en el campo trujillano con ilusión y criterio, en ese campo
trujillano que acoge los toros del bondadoso hierro, para seguir marcando el
rumbo de ese extraño paraíso del toro bravo en Venezuela
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