LOS HIJOS
DE TÁRIBA
LE SALVAN LA
FIESTA
A SAN CRISTÓBAL... Y A VENEZUELA
A SAN CRISTÓBAL... Y A VENEZUELA
EL VITO
La
municipalidad de San Cristóbal aprendió la lección; y lo hace gracias a las lecciones de muchos fracasos, y decidieron
seguir la máxima de Albert Einstein:
“Si buscas
resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.
Y es que, como ha ocurrido en Maracay, y sucedió en Valencia como en muchas otras plazas de
Venezuela, mezclaban lo político con lo taurino para saciar la gula de la corrupción.
Los
resultados están a la vista: Cierre en la plaza
Monumental de Valencia, abandono de la Monumental de Maracaibo, convertida en una casa de fantasmas y de malos recuerdos, el bastión del Nuevo
Circo dejó de ser orgullo capitalino de nuestra Fiesta para convertirse en guarida de malhechores y ejemplo de la
corrupción y la Maestranza de Maracay dejó de ser de ser la hornilla en la que se quemaba el corazón de Sevilla transformada en fétido rastrojo.
¿Qué han
hecho los andinos para seguir dándonos lecciones? Pues simplemente han sido obedientes a lo que
dice el maestro Einstein: No volver a contratar piratas ni recurrir a la fiesta
de los toros como elemento populista que sirva para enriquecer a unos cuantos
bandidos.
Reunidos en
la ciudad de Táriba, la plaza donde nacieron las ferias tarinas más antiguas de
Venezuela, tal vez inspirados por Nuestra Señora de La Consolación en estos
días festivos, decidieron salvar la Fiesta de los Toros en Venezuela. Y han
iniciado el camino por donde se debe empezar: la Plaza de Toros Monumental de
Pueblo Nuevo.
Así que se
ha refrendado un tratado por cinco años con un grupo de aficionados, la mayoría de ellos
socios de la C.A. Plaza de Toros de San Cristóbal, todos aficionados taurinos y
cien por cien militantes de la causa nacional en la más hermosa de las fiestas.
De probada
militancia, vale subrayar, ya que lidera el grupo el Licenciado Hugo Domingo
Molina Colmenares, empresario de valiosa experiencia, hombre de palabra,
solvencia y contactos valiosos en el universo de los toros que además es
ganadero puntero en Venezuela y permanente ductor en la formación de toreros en
Venezuela.
Le
acompañan a Hugo Domingo dos grandes aficionados: Manuel Ordóñez, especie de
“Cid campeador de la Fiesta” con su indeclinable defensa de la Escuela Taurina
“César Faraco” y Pablo Duque, aficionado a profundos conocimientos en la
historiografía de la fiesta.
Vigilante
de la hermosa plaza, reducto de la más exigente afición venezolana, el
Arquitecto Eduardo Santos quien junto a su hijo, también Arquitecto ha de
convertirse en “Ángel de la Guarda” del
sentido funcional y estético de la arena tachirense. Con ellos el ganadero
Astolfo Núñez, aficionado y representante apasionado de la afición taurina que,
con toda seguridad, encontrará en el un custodio infranqueable.
El
Táchira, Táriba y San Cristóbal, además
de las satisfacciones que nos brindan a los vehementes aficionados venezolanos
con los triunfos que casi a diario nos llegan allende nuestras fronteras de los
diestros Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo, nos regalan hoy, en las
Fiestas de la Consolación la ilusión de vivir soñando en la gran tarde de toros
que nos pretenden arrancar de las entrañas mismas del corazón.
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