Andrés Vázquez y Mario Coelho junto a Orson Wells... El cine le es familiar al zamorano |
Oceanía es el continente más pequeño, menos poblado y más
desconocido del planeta, está conformado por millares de islas esparcidas en el
vasto Pacífico, tiene 14 estados
soberanos, 14 dependencias, cuarenta millones de habitantes, centenares de idiomas y también pudiéramos
agregar que es el más ajeno a la Fiesta Brava.
Sin embargo, como ahora ninguna región del mundo es inmune a
las consecuencias socioculturales de la comunicación, característica que un distinguido
científico canadiense describió como la aldea global, también en aquellas remotas
latitudes es posible encontrar uno que otro indicio de
afición a los toros, especialmente en Australia, el país más grande y
desarrollado del continente.
Pues bien, este año en el Festival de Sídney, triunfó una película sobre los misterios del toro, que
tiene el sugestivo título de Sobrenatural; se trata de un largo metraje protagonizado
por el octogenario diestro zamorano Andrés Vásquez, quien salió de su retiro
para encarnar un viejo torero que se apresta a lidiar su propia muerte.
Hace ya algunos años, el matador y los Victorinos,
conformaron una atrayente combinación que ayudó a encumbrar tanto a la ganadería como al de Villalpando, quien en sus Memorias relata las
experiencias en una profesión, en la que confiesa haber acumulado gloria, dinero y
cornadas, que es todo lo que aspira un torero.
A Vásquez le gusta ser polémico y, en declaraciones a la prensa, señaló que Jose
Tomás tenía escaso valor, pues lidiaba
poco y sufría mucho en la cara del toro, que no era nunca de Miura o Victorinos;
cuando ensayó como comentarista en la pantalla chica, se armó tremenda bronca,
pues, al transmitir una corrida, mientras su compañero alababa las virtudes del
burel, Don Andrés insistía en que estaba afeitado y hasta allí llegó su carrera
televisiva. Veremos hasta dónde llega ahora,
cuando ha iniciado con buen pie, si bien a edad provecta, su
andadura en la pantalla grande.
Otra indicación proveniente de Oceanía, es la compra, por un
ganadero radicado en Australia, de embriones de
los Coquilla de Manolo Cifuentes, lo que podría significar que no se
extinguiese totalmente una de las ramas de Santa Coloma, pues el propietario
había anunciado que sus reses irían al matadero.
El encaste Coquilla fue creado con reses del famoso Conde,
adquiridas en 1916, por el ganadero
salmantino Francisco Sánchez, quien cosechó muchos éxitos en los años veinte y
primera mitad de los treinta; pero en 1935, la ganadería se vendió fraccionada en
cinco lotes, que fueron desapareciendo, excepto el que compró Justo Sánchez
Tabernero, descendiente de Paco Coquilla, como también se conocía al creador
del encaste. Por cierto, como dato curioso, de allí proviene la ganadería de
San Diego, que lidia su primera
novillada con picadores en 1950 en Santander, con un cartel que incluía el hoy
ganadero Jerónimo Pimentel y al recordado Tesoro de Charallave, Joselito Torres.
Un tercer elemento gira en torno al ya mencionado José Tomás,
pues cuando reapareció en la plaza de Jerez de Frontera en 2016, fue tal la
repercusión mundial que se compraron boletos hasta desde Australia, pero esto
constituye simplemente un hecho inusual, causado por la particular fascinación que ha venido ejerciendo el famoso diestro de
Galapagar.
Como habrán observado, los resultados encontrados son sin duda muy magros, pero, en
todo caso, completan la trilogía dedicada
a buscar algún rastro taurino en los continentes en los que se conoce poco y se practica menos el Arte de Cúchares.
De los tres, el que ofrece mayores perspectivas para el negocio
taurino es el continente asiático, por su población y la creciente
bonanza; ojalá que los esfuerzos de adaptación a un mercado potencialmente tan importante, desde
el punto de vista crematístico, no impliquen alteraciones mayores en la tradicional liturgia de la tauromaquia.
Eduardo Soto, A.T.T. 22082017.
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