lunes, 23 de enero de 2017

ZABALA DE LA SERNA El verdadero rostro antitaurino


Rodearon la Santamaría como Fort Apache. El Escuadrón Móvil de Antidisturbios lo había previsto. Igual que se esperaba la provocación hostil a la Policía, el acoso a los aficionados, los insultos cargados de ira, los espumarajos revueltos de odio, la violencia. Cincuenta encapuchados organizados como guerrilla urbana trataban de cortar las calles de acceso de la reinaugurada plaza bogotana. Cortar el paso a 10.000 personas con fe, ilusión y paciencia tampoco es fácil. Numéricamente conviene diseccionar las enredadas informaciones que colocan en el mismo plano a los facinerosos animalistas y a los tranquilos aficionados a los toros: 1.000 frente a más de 10.000. Moralmente tampoco se sitúan a idéntica altura. La batalla del lenguaje periodístico no es menos importante: titular "enfrentamientos entre antitaurinos y la policía", así como si dos bandos se enfrentasen de igual a igual, resulta perverso y falaz. En los años de plomo de ETA, allá en los 80, en los telediarios de TVE se sembraron las más graves derrotas demócratas con la rendición del lenguaje. Los muertos en los atentados etarras se dividían entre "militares y víctimas inocentes"... Como si matar a un militar, a un guardia civil, a un policía, formase parte de la "guerra", como si hubiera dos bandos en lugar de una sola banda asesina. Como se escondía la palabra "ultraizquierda" al referirse a ETA. Como se camufla a la hora de escribir sobre la jauría de antitaurinos en Bogotá. Encapuchados o no, su verdadero rostro es la violencia. Y quien, desde otra forma de entender el animalismo, no condene estas acciones intolerables y cobardes es de la misma calaña.

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