César Girón, José María Recondo y Antoñete de novilleros los tres cuando comenzaba a escribirse la historia de estos tres magnífico personajes
ASÍ SE NARRA CUANDO NACIÓ LA AMISTAD CON ANTOÑETE
En su ruedo los muchachos jugaban al
toro. Entre ellos el cuñado del conserje, Paco Parejo, un flaco de débil
aspecto al que llamaban “Antoñete”. César Girón le hizo de toro, también
hizo de torero, y trabó con “Antoñete” entrañable amistad. Le llamaron
a los pocos días “El chico del jersey”, porque no se quitaba un suéter el
venezolano, llegado quien sabe cómo ni de dónde a aquel madrileñísimo
barrio de jóvenes retrecheros y de extraña manera de hablar.
A los días Gago llevó a César a Sevilla, en plena Feria de Abril. Era la
intención del apoderado que el torero viviera la intensidad del toreo
que se vive en la capital hispalense. Le compró un toro que había sido
rechazado por defectuoso y lo encerró para que lo lidiara a puerta
cerrada ante periodistas y aficionados. Fue como César Girón hizo
su entrada como torero en España. No debe haber causado ninguna
impresión su actuación intrascendente, pues apenas concluida la
temporada abrileña Gago siguió su camino profesional, como banderillero
y Girón volvió a Madrid. Sin que sepamos otra cosa más de él
que su actuación, sin picadores, en la placita de Miranda de Ebro el
13 de mayo de 1951.
Girón sería la cuña americana que se incrustaría en el retablo del
toreo español. Cuña de olorosa, de exótica madera del Caribe, con
perfume envolvente para llenar el vacío que habían dejado Rodolfo
Gaona, Fermín Espinosa “Armillita Chico” y Carlos Arruza.
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